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La verdadera historia de Papá Noel



En todo Occidente, el popular personaje navideño de Papá Noel o Santa Claus tiene hoy en día unas connotaciones más laicas que religiosas –relacionadas con la costumbre de realizar regalos en la mañana de Navidad–, aunque su origen está vinculado a un santo cristiano del siglo IV de nuestra era:San Nicolás de Bari o de Myra (sus lugares de nacimiento y muerte, respectivamente).

La iconografía con la que se le presenta habitualmente hoy en día (un anciano de aspecto bonachón, con barbas blancas y traje rojo) se debe a una hábil y exitosa campaña de marketing iniciada hace más de un siglo por una no menos célebre compañía de refrescos de cola. Esta imagen caló tanto entre el público que terminó por desplazar casi por completo la historia y la tradición original sobre el santo, causando el olvido casi total de las razones por las que San Nicolás se relaciona con la costumbre de realizar regalos en Navidad.

Para entender algunas de las tradiciones que hoy gozan de tanto predicamento en estas fechas navideñas, hay que remontarse a las tradiciones piadosas sobre Nicolás de Bari, y en concreto a los supuestos milagros que realizó en vida. Entre los más célebres se encuentra uno que, sin lugar a dudas, enlaza directamente con las costumbres actuales de Navidad.

Según la tradición, el santo se apiadó de una familia de Licia (en la actual Turquía) que vivía desesperada por el futuro de tres de sus miembros. El padre de familia, un anciano hidalgo que había perdido todas sus posesiones, vivía angustiado por no poder pagar la dote de sus tres hijas, lo que las abocaba casi irremediablemente a dedicarse a la prostitución para sobrevivir.

Una noche, mientras las jóvenes y el anciano dormían, San Nicolás arrojó tres esferas de oro a través de una ventana, que cayeron milagrosamente dentro de las medias de cada una de ellas (en otras versiones son tres barras de oro, y caen sobre la cama en la que duermen). Con aquel tesoro, las muchachas podrían vivir felizmente sin tener que convertirse en meretrices.
Al parecer, fue este relato piadoso –y en especial el detalle del oro regalado por el santo y las medias–, el que daría lugar siglos después a la costumbre de dejar regalos dentro de calcetines o zapatos. Otra de las versiones de la historia relata que San Nicolás arrojó las esferas de oro a través de la chimenea de la casa, cayendo así en el interior de las medias de las jóvenes: otro vínculo claro con la tradición actual de Papá Noel descendiendo por la chimenea y dejando regalos en los calcetines colgados.

El relato sobre la vida del santo y sus milagros se popularizó especialmente a partir del siglo X, y fue en ese momento cuando comenzó a ser motivo principal de multitud de obras de arte. Artistas de la talla de Fra Angelico, Gentile da Fabriano o Antonello da Messina, entre otros muchos, realizaron pinturas en las que se reflejaban los milagros del santo.

Una de las más interesantes fue el llamado Políptico Quaratesi –de Gentile da Fabriano–, realizado hacia 1425 con la finalidad de decorar el interior de la iglesia de San Nicolás Oltrarno de Florencia. La bellísima obra se conservó en el templo hasta el siglo XIX, pero en esas fechas fue desmontado y cada tabla acabó en lugares diferentes, estando hoy repartidas en varios museos e instituciones de todo el mundo.

San Nicolás y el milagro de las tres esferas de oro, de Gentile da Fabriano 

La predela de este políptico –conservada casi en su totalidad en la Pinacoteca Vaticiana– muestra los milagros atribuidos a San Nicolás. Además del ya citado de las jóvenes y las esferas de oro, Da Fabriano representó también otros prodigios atribuidos al santo, como la salvación de un barco en plena tempestad, o la resurrección de tres jóvenes que habían sido asesinados.

En esta última tradición, se contaba que tres muchachos se habían detenido a descansar durante un viaje en una posada, y en ella habían muerto a manos del posadero, que los mató para quedarse con su dinero. Con la intención de hacer desaparecer los cuerpos, el posadero los descuartizó y los arrojó a tres recipientes con salmuera. Por suerte, San Nicolás apareció y les devolvió la vida. En esta tradición, precisamente, estaría también el origen de la estrecha relación del santo con los niños y los regalos.

De modo que, por insólito que parezca, buena parte de las tradiciones de estos días tienen su origen en los relatos piadosos sobre un santo italiano que con sus milagros salvo de la prostitución a unas jóvenes doncellas y resucitó a tres muchachos que habían sido descuartizados. Una imagen que muy poco tiene que ver con la estampa actual que todos tenemos del afable y risueño Papá Noel o Santa Claus.


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