A los seres humanos – en general – el olor de la sangre nos produce rechazo. En cambio, y como es lógico, a los depredadores les atrae. Un equipo de investigación ha tratado de encontrar qué es lo que tiene la sangre que atrae a los depredadores, o al menos a los mamíferos depredadores. Y lo que han descubierto ha resultado toda una sorpresa.
Evidentemente, la sangre no es el único estímulo de un depredador. Los mamíferos cazadores se basan en otros sentidos – especialmente la vista y el oído – para decidirse a atacar. Pero el olor a sangre es un estímulo muy fuerte. Significa una presa herida, significa una presa débil. Significa un ataque exitoso, casi con seguridad.]
Pero, ¿qué hace que la sangre resulte atractiva para estos animales? Esto es, ¿cuál es el componente químico que despierta los instintos de los depredadores? Esta es la pregunta importante. Porque, cuando comenzaron su estudio, los científicos no encontraron ningún tipo de información.
Prácticamente todos los estudios realizados sobre olores – compuestos volátiles – en sangre se han realizado con la vista puesta en detectar enfermedades. Así que había que empezar por el principio. Que en este caso consistía en realizar un análisis muy concreto para detectar todos los compuestos presentes en la sangre.
Al mismo tiempo, y como ayuda a este método más analítico, los investigadores emplearon a especialistas en olores, “narices doradas” que los llaman en ciertas industrias. Ellos fueron capaces de detectar un compuesto – que luego se pudo detectar y recrear en laboratorio – de nombre realmente complejo: trasn-4,5-epoxi-(E)-2-decenal.
Llamémoslo simplemente “olor a sangre”. Porque eso es realmente lo que proporciona este compuesto. La manera de comprobarlo fue realizar un experimento con animales que vivían en una reserva. Cada día se les presentaba un olor distinto, y se medían sus reacciones.
Los olores fueron cuatro. Por una parte, el “olor a sangre”. Pero también sangre real, obtenida de caballos. Y para completar el experimento, una esencia de frutas y un compuesto volátil sin ningún olor.
El resultado fue claro. Cuando se presentaba el olor a frutas o la sustancia sin olor, los depredadores no reaccionaban. Frente a la sangre de caballo sí lo hacía, golpeando el suelo, aullando – tres de las cuatro especies de depredador pertenecen al grupo de los cánidos -, o bien tratando de lamer la esponja impregnada.
Pero sin duda, el olor que más pasiones despertaba era el compuesto descubierto por los científicos. El “olor a sangre” provocaba las reacciones más intensas y más duraderas. Los investigadores habían descubierto qué dispara la respuesta en los mamíferos depredadores, en todos por igual independientemente de cuáles sean sus presas en la naturaleza.
Y con ello han encontrado una manera de activar a los animales en zoológicos y reservas de fauna. No era el objetivo que buscaban, pero es un efecto secundario interesante. Un peligro para los animales “encerrados” es el de volverse dóciles e incluso engordar, ya que se activan poco. Con el “olor a sangre” se puede evitar esto.
Ya sólo queda saber la otra mitad de la ecuación. En lo que están trabajando ahora los investigadores es en comprobar cuál es la reacción de las presas frente a este olor. Que, para ellos, se piensa que será una señal de alarma, un olor que les diga “sal de aquí”.
Pero, ¿qué hace que la sangre resulte atractiva para estos animales? Esto es, ¿cuál es el componente químico que despierta los instintos de los depredadores? Esta es la pregunta importante. Porque, cuando comenzaron su estudio, los científicos no encontraron ningún tipo de información.
Prácticamente todos los estudios realizados sobre olores – compuestos volátiles – en sangre se han realizado con la vista puesta en detectar enfermedades. Así que había que empezar por el principio. Que en este caso consistía en realizar un análisis muy concreto para detectar todos los compuestos presentes en la sangre.
Al mismo tiempo, y como ayuda a este método más analítico, los investigadores emplearon a especialistas en olores, “narices doradas” que los llaman en ciertas industrias. Ellos fueron capaces de detectar un compuesto – que luego se pudo detectar y recrear en laboratorio – de nombre realmente complejo: trasn-4,5-epoxi-(E)-2-decenal.
Llamémoslo simplemente “olor a sangre”. Porque eso es realmente lo que proporciona este compuesto. La manera de comprobarlo fue realizar un experimento con animales que vivían en una reserva. Cada día se les presentaba un olor distinto, y se medían sus reacciones.
Los olores fueron cuatro. Por una parte, el “olor a sangre”. Pero también sangre real, obtenida de caballos. Y para completar el experimento, una esencia de frutas y un compuesto volátil sin ningún olor.
El resultado fue claro. Cuando se presentaba el olor a frutas o la sustancia sin olor, los depredadores no reaccionaban. Frente a la sangre de caballo sí lo hacía, golpeando el suelo, aullando – tres de las cuatro especies de depredador pertenecen al grupo de los cánidos -, o bien tratando de lamer la esponja impregnada.
Pero sin duda, el olor que más pasiones despertaba era el compuesto descubierto por los científicos. El “olor a sangre” provocaba las reacciones más intensas y más duraderas. Los investigadores habían descubierto qué dispara la respuesta en los mamíferos depredadores, en todos por igual independientemente de cuáles sean sus presas en la naturaleza.
Y con ello han encontrado una manera de activar a los animales en zoológicos y reservas de fauna. No era el objetivo que buscaban, pero es un efecto secundario interesante. Un peligro para los animales “encerrados” es el de volverse dóciles e incluso engordar, ya que se activan poco. Con el “olor a sangre” se puede evitar esto.
Ya sólo queda saber la otra mitad de la ecuación. En lo que están trabajando ahora los investigadores es en comprobar cuál es la reacción de las presas frente a este olor. Que, para ellos, se piensa que será una señal de alarma, un olor que les diga “sal de aquí”.
Fuente: yahoo
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