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"No hay ningún Dios": Hawking responde a 10 grandes preguntas sobre el universo en su libro póstumo

En su legado final, el astrofísico británico advierte sobre los peligros que amenazan a la supervivencia de la humanidad en la Tierra, haciendo especial hincapié en los peligros del cambio climático.
"No hay ningún Dios": Hawking responde a 10 grandes preguntas sobre el universo en su libro póstumo

Esta semana, los hijos del fallecido astrofísico Stephen Hawking realizaron en el museo de Ciencia de Londres el lanzamiento del último libro de su padre, titulado 'Respuestas breves a grandes preguntas'.

De acuerdo al reporte de AFP, la publicación recopila las diez preguntas más frecuentes que solían hacerle al investigador británico sobre los misterios del universo:
¿Existe Dios?
¿Cómo empezó todo?
¿Hay otras formas de vida inteligente en el universo?
¿Podemos predecir el futuro?
¿Qué hay en el interior de un agujero negro?
¿Es posible viajar en el tiempo?
¿Sobreviviremos en la Tierra?
¿Deberíamos colonizar el espacio?
¿Seremos superados por la inteligencia artificial?

¿Cómo damos forma al futuro?

Hawking, quien era víctima de una grave enfermedad degenerativa que afectaba su sistema nervioso impidiendo su movilidad, aseguraba que Dios no existe y que nadie dirige el universo.

"No hay ningún Dios. Soy ateo. La religión cree en los milagros, pero estos no son compatibles con la ciencia" declaró en una entrevista en el año 2014.

El reconocido científico aseveró también que existen otras formas de vida inteligente en el espacio. Además, sugirió que la ingeniería genética crearía una nueva especie de humanos y advirtió sobre los peligros que conlleva la manipulación de ADN, pues si bien esta podría incluir múltiples ventajas, como una mayor resistencia a las enfermedades y un alargamiento de la vida, también representa una amenaza que podría destruir a toda la humanidad.

Hawking empezó a trabajar en su último libro el año pasado, sin embargo, no logró terminarlo antes de su fallecimiento, acaecido el 14 de marzo de 2018. Por esta razón, sus familiares y colegas académicos completaron el texto en base a extractos de su vasto archivo personal.
Los principales problemas del mundo

Durante la presentación se reprodujo una grabación con las últimas declaraciones de Hawking, en las que se refería, usando su sintetizador de voz, a la que se convertiría en su última obra. En ellas, se pronunció sobre los distintos problemas a los que se enfrentaba la humanidad, haciendo especial hincapié en el calentamiento global.

"No podemos seguir mirando hacia dentro de nosotros mismos en un planeta tan pequeño, cada vez más contaminado y superpoblado. A través del esfuerzo científico y la innovación tecnológica, debemos mirar hacia el universo más amplio, mientras nos esforzamos por solucionar los problemas de la Tierra" recomendó el astrofísico.

Estudian, por primera vez, el «aura viviente» individual que nos rodea

Un equipo de investigadores analiza con detalle el exposoma, la nube personal de microorganismos, elementos químicos y otros compuestos que nos acompaña a todas partes.


Lo llaman exposoma, y los científicos apenas si están empezando a conocerlo. Está siempre con nosotros, a nuestro alrededor, acompándonos a donde quiera que vayamos. Se trata de una nube de compuestos químicos, microorganismos y otros elementos que se arremolinan a nuestro alrededor, rodeándonos por completo. Y de forma personalizada, de modo que todos los exposomas son diferentes, como una especie de "auras vivientes" que van con nosotros a todas partes.

Ahora, un equipo de genetistas de la Universidad de Stanford ha comenzado a estudiar el exposoma humano, y sus hallazgos acaban de publicarse en la revista Cell.

Hasta el momento, explica Michael Snyder, que ha liderado la investigación "se han estudiado cosas como la contaminación del aire a gran escala, pero nadie había medido las exposiciones biológicas y químicas a nivel personal. Nadie sabe realmente cómo de amplia es la exposición humana a su entorno, o qué tipo de cosas puede haber allí".


Para averiguarlo, Snyder y su equipo diseñaron un pequeño dispositivo de monitorización del aire, del tamaño de una baraja de cartas. Y durante dos años enteros, 15 voluntarios usaron de forma intermitente estas unidades atadas a sus brazos, desde donde absorbían continuamente pequeñas cantidades de aire de sus órbitas personales y el ambiente que los rodeaba. Algunos participantes usaron el monitor durante una semana, otros durante un mes.

Después, cada pequeña cosa inhalada por el dispositivo (bacterias, virus, productos químicos, hongos y cualquier otro tipo de partículas) se extrajo para la secuenciación de ADN y ARN, con lo que se elaboró un perfil químico, que se catalogó en una base de datos personalizada.

El propio Snyder no dudó en llevar uno de los dispositivos durante casi los dos años completos. Y al final, tras cerca de 70 mil millones de lecturas, los investigadores lograron acumular una cantidad asombrosa de datos sobre los habitantes de su propio exposoma.

"Nuestro equipo -explica Chao Jiang, uno de los miembros del equipo- había reunido previamente diferentes bases de datos de bacterias, virus y hongos, pero para descifrar completamente nuestras exposiciones ambientales, creamos una base de datos de dominio múltiple que cubría más de 40,000 especies".

Nuestra propia «nube»

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Durante el tiempo que duró el estudio, los participantes se movieron en aproximadamente 50 lugares diferentes del área de la Bahía de San Francisco, pero incluso cuando vivían en el mismo entorno, sus exposomas eran completamente distintos.

"Resulta que, incluso a distancias muy cortas, obtuvimos diferentes perfiles de exposición o firmas- afirma Snyder-. La conclusión es que todos tenemos nuestra propia nube de microbioma que recogemos y expulsamos continuamente a nuestro alrededor".

Por supuesto, los elementos que contiene el exposoma de cada persona es variable, e incluye numerosos rastros de su propia nube microbiana, además de cosas como los hongos y partículas que cada uno ha recopilado de su entorno inmediato de mascotas, productos químicos, plantas, etc. .

La gran cantidad de datos reveladores obtenidos durante la investigación demuestra que podemos aprender mucho estudiando nuestras "auras vivientes", y los investigadores opinan que si la tecnología fuera más accesible, podrían fabricarse de forma masiva disppsitivos individuales que terminarían siendo importantes herramientas de diagnóstico.

"Ahora queremos monitorizar más gente en más ambientes -asegura Snyder-. Y también queremos simplificar la tecnología, idealmente hasta el punto de que todos puedan medir sus propias exposiciones personales, tal vez con algo como un reloj inteligente capaz de detectar el exposoma".

En definitiva, los científicos creen que nos encontramos al principio de una nueva era de transformación de la salud, una que no solo se fijará en lo que hay dentro de nuestros cuerpos, sino también en lo que hay a su alrededor, su complejo y cambiante exposoma personal.

"Durante años -concluye Snyder- hemos estado secuenciando los genomas de las personas, analizando su sangre y orina, así como los microbios del interior del cuerpo para comprender cómo todo eso afectaba a la salud".

Y ha llegado la hora de fijarse también en la nube viviente que nos rodea y que siempre nos acompaña.

abc.es

Astrónomos detectan nuevas y extrañas señales "desde el otro lado del Universo"

Científicos captan unas dos decenas de extrañas ráfagas de radio, entre las cuales se detectó una originada a la distancia más cercana desde la Tierra.

Astrónomos detectan nuevas y extrañas señales "desde el otro lado del Universo"

Un nuevo estudio publicado este miércoles en la revista Nature informa sobre la detección de unas dos decenas de ráfagas rápidas de radio (FRB, por sus siglas en inglés) procedentes de misteriosas fuentes localizadas en el exterior de nuestra galaxia, posiblemente en otras similares o en el espacio intergaláctico.

La detección se hizo posible con la ayuda del radiotelescopio ASKAP, situado en una remota zona desértica de Australia. Desde el 2017, el equipo ha estado durante más de 12.000 horas estudiando los campos de procedencia de ráfagas de radio similares y producidas con anterioridad, en el empeño de detectar otas nuevas e inusuales.

Los análisis del equipo muestran que "las FRB provienen del otro lado del Universo y no de nuestro propio vecindario galáctico", según afirmó el investigador principal del trabajo, Ryan Shannon, citado por Space.com.

Los científicos encontraron 19 nuevas ráfagas, entre las cuales se detectó una originada a 'solo' unos 425 millones de años luz, que es casi dos veces menos que la distancia anterior y la más cercana desde la Tierra. Asimismo, detectaron una ráfaga más potente que todas las anteriormente conocidas.

Además, se detectó una nueva señal de una 'fuente repetidora' llamada 'FRB 121102', que emite numerosas señales desde su descubrimiento en 2012. En agosto de 2017, esa fuente emitió 93 FRB en un solo día.

El estudio sumó otro descubrimiento importante: las nuevas ráfagas son más brillantes que las detectadas anteriormente y tienen una "dispersión" más baja, lo que indica que "el material que produce la dispersión está fuera de las galaxias, en el gas tenue del medio intergaláctico", según afirmó a Space.com el investigador principal del trabajo, Ryan Shannon.

"Esto significa que podemos usar las FRB para estudiar ese material, que es casi imposible de observar mediante otras técnicas (óptica u observaciones de rayos X, por ejemplo)", añadió.


NASA identifica falla geológica que une a México y EU

La agencia espacial encontró una sección de 34 kilómetros de largo conecta las fallas tectónicas del sur de California y norte de México.






Un estudio reveló evidencia de que una sección de 34 kilómetros de largo conecta las fallas tectónicas del sur de California y norte de México. La investigación detalló que todo el sistema tiene cerca de 350 kilómetros de largo, además de que el extremo sur de la falla de Elsinore de California está vinculado al extremo norte del sistema de fallas de Laguna Salada, al norte de la frontera con México.

La corta longitud del segmento de falla de conexión, llamada Ocotillo, es consistente con una zona de falla en desarrollo, donde los movimientos telúricos no han creado otra falla única. Dos meses después del terremoto de El Mayor-Cucapah de 2010 en Baja California, México, la sección de Ocotillo fue el sitio de una réplica de magnitud 5.7 que se rompió en una falla de 8 kilómetros de longitud enterrada en el desierto de California. El sismo de 7.2 generó daños a los habitantes de Mexicali. Asimismo, las réplicas causaron una gran variedad de fallas en la región. 

 La Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) planteó que en el Golfo de California, existe una zona de expansión donde las placas se están separando. Andrea Donnellan, científico del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California, indicó que su equipo ha estudiado la región desde 2009, a través de los datos generados por el instrumento UAVSAR de la NASA, el cual mide el nivel del suelo, lo que permite a los científicos ver cómo cambia el terreno. 

 El nuevo estudio también definió qué parte de la corteza de la Tierra está deformándose después del terremoto de El Mayor-Cucapah. Por ello, saber cómo están conectadas las fallas ayuda a entender la transferencia de estrés entre fallas. 

 “El temblor es solo una parte del proceso del terremoto. La Tierra sigue moviéndose durante años", apuntó Donnellan. Esto permite a los investigadores comprender si un sismo en una sección de una falla rompería varias secciones, lo que derivaría en un movimiento telúrico más grande.

Fuente: milenio

¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Esta es la respuesta científica

El huevo o la gallina, la gallina o el huevo, causa y efecto. Una duda que ha pesado sobre el mundo desde que ésta asaltó a los filósofos de la Grecia clásica. Una paradoja sin respuesta que la física cuántica se ha aventurado a responder.

Resultado de imagen para ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina?

Un equipo de físicos de la Universidad de Queensland (Australia) en cooperación con el Instituto NÉEL (Francia) ha demostrado que ambos, tanto huevo y la gallina, surgieron al mismo tiempo.

En palabras de Jacqui Romero, experto en física cuántica del Centro de Excelencia de ARC para Sistemas Cuánticos Engineered, “la rareza de la mecánica cuántica está en que los eventos pueden suceder sin un orden establecido”, por lo que defiende que causa y efecto no se explica de un modo tan sencillo como un evento que es causa o consecuencia de otro.

Según el estudio, publicado en ‘Physical Review Letters’, para intentar explicar esta teoría, los científicos establecen una analogía: Imagine que alguien realiza un viaje diario en dos tramos, por ejemplo al trabajo. Uno lo cubre en tren y otro en autobús. En cualquier caso, se deberá coger el tren o el autobús para llegar al destino, independientemente del orden, por lo que, para los científicos, “ambos eventos pueden ocurrir primero”.

Esto, en física cuántica, se denomina orden causal indefinido y no es algo que se pueda observar en la vida cotidiana. Para estudiar este efecto en el laboratorio, los investigadores usaron una configuración llamada interruptor cuántico fotónico. Con este dispositivo, el orden de los eventos (transformaciones en la forma de la luz) depende de la polarización. “Al medir la polarización de los fotones a la salida del interruptor cuántico, pudimos mostrar que el orden de las transformaciones en la forma de la luz no estaba establecido” señaló el físico Fabio Costa, de UQ.

“Esta es solo una primera prueba de principio, pero a una escala mayor, el orden causal indefinido puede tener aplicaciones prácticas reales, como hacer las computadoras más eficientes o mejorar la comunicación”, concluyen los investigadores.

Hallado un lago de agua bajo el hielo de Marte

La sonda europea 'Mars Express' desvela una masa de agua salada de 20 kilómetros de largo en el polo sur del planeta.


Un equipo de científicos italianos ha descubierto un gran lago de agua líquida oculto bajo el hielo del polo sur de Marte. La masa de agua ha sido detectada con el radar a bordo de la sonda europea Mars Express tras una búsqueda de años.

Entre mayo de 2012 y diciembre de 2015, la Mars Express sobrevoló una zona de unos 200 kilómetros de ancho del Planum Australe, el polo sur de Marte, donde se alcanzan temperaturas de 120 bajo cero. El instrumento MARSIS a bordo de la nave envía señales de radio a la superficie del planeta. Parte de las ondas rebotan en las diferentes capas de terreno y, dependiendo de la intensidad con la que regresan, se puede saber la composición del subsuelo.

Tras 29 pasadas por la misma franja de terreno la sonda ha desvelado la existencia de un lago de unos 20 kilómetros de largo que está a 1,5 kilómetros bajo el hielo, la primera vez que se detecta una gran masa de agua líquida en el planeta rojo, con lo que eso supone para la posible existencia de vida.

“Es muy difícil saber qué profundidad tiene el lago porque el agua absorbe las señales del radar, con lo que solo vemos su superficie, pero al menos hablamos de una profundidad de un metro”, explica a Materia Roberto Orosei, del Instituto Nacional de Astrofísica de Italia y primer firmante del estudio, que se publica hoy en Science. “Estamos ante una reserva de agua producida por el derretimiento del hielo que se concentra en una depresión del terreno”, señala el astrónomo, que calcula que contiene “al menos cientos de millones de metros cúbicos de agua líquida”. Por ahora, las señales de radar no permiten determinar si se trata de agua líquida pura o de rocas porosas infiltradas con agua.“La única forma de responder esta pregunta es ir allí y perforar el hielo hasta el depósito”, señala Orosei, un enorme reto tecnológico que él cree posible con la tecnología actual. “Lo más difícil en este caso no sería horadar el hielo, sino asegurarse de que no se contamina el lago subglacial con microbios terrestres, algo que ya ha impedido que se exploren lagos similares en la Antártida”, señala. La intensidad de las señales es muy parecida a la que obtienen instrumentos de radar similares en lagos subglaciales de la Antártida y Groenlandia.

En la Tierra se conocen unos 400 lagos subglaciales similares. Aunque la inmensa mayoría son de agua dulce, hay algunos de aguas muy saladas como el lago Vida en la Antártida, cuyas aguas están a 13 grados bajo cero y donde se han encontrado microbios, o los de Devon en el Ártico canadiense, a unos 600 metros bajo el hielo. Estos depósitos son especialmente interesantes por su parecido con las masas de agua líquida que existen en Europa, Encélado y otras lunas del Sistema Solar que podrían albergar vida. La temperatura en el lago marciano es muy inferior a los cero grados, pero probablemente el agua tiene un alto contenido en sales de perclorato provenientes del suelo marciano que actúan como anticongelante. “Las sales de sodio, magnesio y calcio que se han encontrado en la superficie de Marte pueden hacer que el agua permanezca líquida si está a menos de 74 grados bajo cero”, explica Anja Diez, investigadora del Instituto Polar de Noruega, en un comentario sobre el estudio. La científica resalta que el futuro estudio de los casquetes polares de Marte puede ayudar a reconstruir su historia climática.

Steve Clifford fue el primero en teorizar hace 30 años que podría haber lagos de agua líquida bajo los polos de Marte extrapolando lo que ya se conocía de los casquetes polares terrestres. “Las pruebas que presentan los autores de este estudio” son “persuasivas, pero no definitivas”, opina Clifford, investigador del Instituto de Ciencias Planetarias, que cree que habrá que confirmar estos datos con otros instrumentos de radar.

El hallazgo abre ya un intenso debate sobre si es posible que haya vida en este u otros lagos marcianos aún por descubrir. La sonda Mars Express solo ha explorado con su radar menos del 10% del Polo Sur marciano y los autores de la investigación resaltan que no hay razones para pensar que este es el único lugar del polo donde puede existir agua líquida. “La respuesta corta a si puede haber microbios en este lago es sí”, resalta Orosei. “Algunos microbios terrestres usan las sales en su metabolismo y de hecho hay microbios que podrían vivir en un hábitat como el que hemos detectado en Marte”, añade.

Anja Rutishauser, del equipo de la Universidad de Alberta que descubrió en abril dos grandes lagos de agua salada bajo el ártico canadiense, recuerda que “los lagos subglaciales en la Tierra, tanto de agua dulce como salada, albergan comunidades microbianas a pesar de su aislamiento de la atmósfera y su temperatura y oscuridad extremas. Esto muestra que la vida puede adaptarse a condiciones muy extremas, aunque las temperaturas en la masa de agua del polo sur marciano es mucho más baja que cualquiera observada en lagos terrestres similares y también lo es su composición química”, argumenta. Clifford asegura que “ningún microorganismo terrestre conocido podría sobrevivir en aguas tan saladas y frías”. “Pero la presencia de agua líquida podría deberse también a un flujo de calor geotermal, lo que reduciría la salinidad y subiría las temperaturas haciendo el lago mucho más habitable”, resalta.

La detección de una gran masa de agua líquida en Marte ha supuesto una sorpresa para el equipo científico de la misión Mars Express. La sonda de la Agencia Espacial Europea llegó a Marte en 2003 y el instrumento de radar avanzado MARSIS comenzó a funcionar dos años después. Roberto Orosei explica que para evitar agotar su memoria el instrumento condensa la información de cada 100 ecos de radar como si fuera uno solo, hallando una media de la intensidad de cada eco. “Esto estaba cancelando los ecos más intensos, que son los que delatan la presencia de agua líquida”, explica. En 2011 los ingenieros de la misión modificaron el software de la nave y esta comenzó a enviar datos en bruto.

La Mars Express reunió datos de la zona en cuestión durante tres años y medio y después fueron cuidadosamente analizados para descartar falsos positivos.Posiblemente haya más lagos como este, aunque probablemente no se puedan encontrar durante esta misión. “Necesitaríamos por lo menos 15 años más para explorar todo el polo sur de Marte, pero apenas nos quedan cuatro o cinco años más de operación, nuestras baterías están ya muy desgastadas y queda poco combustible. Cuando se agote seremos incapaces de gobernar la nave”, explica Orosei.

El instrumento de radar SHARAD a bordo de la sonda orbital de la NASA MRO opera a una frecuencia más alta, con lo que no puede confirmar la existencia del lago. China planea enviar a Marte un orbitador en 2020 que sí podrá confirmarlo, explica Clifford.
UN PLANETA QUE TUVO RÍOS

Las sondas de la NASA Viking y Mariner, en los años 70 del siglo pasado, fueron las primeras en captar imágenes de cañones y lechos de ríos que sugerían que el agua había fluido sobre la superficie de aquel planeta, que ahora parece estéril. Además, las Viking observaron que el polo norte contenía una gran cantidad de agua helada.

A partir de los años noventa, nuevas misiones más sofisticadas comenzaron a proporcionar mapas de gran precisión de la superficie marciana, y en la década siguiente se acumularon los anuncios del hallazgo de agua en Marte en distintas formas. En 2002, la NASA afirmaba que su sonda Mars Odyssey había encontrado hielo en el subsuelo marciano y en 2004, la agencia espacial de EE UU anunció que su rover Opportunity había obtenido pruebas sobre el terreno de que el agua líquida había sido abundante en el pasado de Marte.

Científicos conectan tres cerebros humanos entre sí

Los participantes involucrados lograron intercambiar información con éxito.


Washington, EU.- Investigadores de la Universidad de Washington y de la Escuela Informática de la Universidad Carnegie Mellon realizaron un revolucionario experimento en el que logró establecer conexión directa entre tres cerebros humanos, con el cual los involucrados pudieron intercambiar información sin la necesidad de utilizar palabras o símbolos.

Esta tecnología llamada BrainNet, combina la Electroencefalografía (EEG) para registrar las señales cerebrales y la Estimulación Magnética Transcraneal (TMS) para transmitir información de forma no invasiva a otros cerebros.

A través de la EEG, el sistema registra los impulsos eléctricos indicativos de la actividad cerebral y a través de la TMS las neuronas son estimuladas con la ayuda de campos magnéticos.

Según sus creadores, que anuncian los resultados en Arxiv, el archivo online para la prepublicación de artículos científicos, esta interfaz abre las posibilidades de crear futuras interfaces cerebro-cerebro, que garantizarán la búsqueda colectiva de soluciones para cualquier tarea mediante una ‘red social’ de cerebros conectados.

La interfaz se desarrolló mediante un sistema de puzles parecidos al juego conocido como Tetris.

Lo que se comía hace 8.000 años

Hallan en recipientes de cerámica los restos de una variedad de alimentos consumidos por los primeros agricultores e identifican incluso las especies

Estos son ejemplos de depósitos calcificados de vasijas modernas y antiguas en Çatalhöyük. a) Ejemplo de una extensa acumulación de cal en una tetera moderna utilizada cerca de Çatalhöyük. b) Un primer plano de depósitos de cal en una muestra antigua. c) Una vasija relativamente intacta (no analizada en este estudio) que demuestra la forma del tazón. d) Una selección de cuatro vasijas analizadas en este estudio que muestran calcificaciones adheridas a la superficie interior de tiestos cerámicos

Un equipo de investigadores alemanes y británicos ha conseguido descifrar la dieta de las personas que vivían hace casi 8.000 años en la antigua Anatolia, lo que ahora es Turquía. Gracias al análisis de las proteínas encontradas en cuencos y recipientes de cerámica en el asentamiento prehistórico de Çatalhöyük, los científicos han desvelado esa dieta prehistórica con un alcance y detalles asombrosos. Entre los alimentos hay cereales, legumbres, leche y carne de distintos animales. Curiosamente, muchos de esos ingredientes han aparecido en los mismos recipientes, con la excepción de lo que podría ser el suero de un queso primitivo.

Aunque estudios anteriores ya habían descubierto algunos de los alimentos que los primeros agricultores consumían en Çatalhöyük, el trabajo del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, la Universidad Libre de Berlín y la Universidad de York es el primero en utilizar una técnica de vanguardia de análisis de proteínas que permite identificar plantas y animales a un nivel sin precedentes, llegando en algunos casos a conocer incluso la especie.

Çatalhöyük, en lo que ahora es el centro de Turquía, fue un gran asentamiento habitado desde aproximadamente 7100 aC hasta 5600 aC por los primeros agricultores. El lugar es en sí mismo fascinante, ya que las casas se construyeron directamente una al lado de la otra en todas las direcciones y destaca por su excelente conservación. Después de más de 25 años de excavación y análisis, se considera uno de los sitios de agricultura temprana mejor investigados en el Viejo Mundo.


Estos son ejemplos de depósitos calcificados de vasijas modernas y antiguas en Çatalhöyük. a) Ejemplo de una extensa acumulación de cal en una tetera moderna utilizada cerca de Çatalhöyük. b) Un primer plano de depósitos de cal en una muestra antigua. c) Una vasija relativamente intacta (no analizada en este estudio) que demuestra la forma del tazón. d) Una selección de cuatro vasijas analizadas en este estudio que muestran calcificaciones adheridas a la superficie interior de tiestos cerámicos

El análisis reveló que los recipientes, que tenían residuos calcificados en las superficies internas, contenían granos, legumbres, carne y productos lácteos. Los productos lácteos provenían principalmente de ovejas y cabras, y también de ganado bovino. Si bien los huesos de estos animales se encuentran en todo el sitio y los análisis de lípidos anteriores han identificado las grasas de la leche en los vasos, esta es la primera vez que los investigadores han podido identificar qué animales se estaban ordeñando. En línea con los restos de plantas encontrados, entre los cereales había cebada y trigo, y entre las leguminosas, guisantes y arvejas. Los productos animales no lácteos, que podrían haber incluido carne y sangre, provenían principalmente de la familia de las cabras y ovejas, y en algunos casos de bovinos y ciervos. Curiosamente, muchas de las vasijas contienen evidencias de múltiples tipos de alimentos.

Quesería temprana

Sin embargo, un frasco en particular solo tenía evidencias de productos lácteos, en forma de proteínas que se encuentran en la porción de suero de la leche. «Esto es particularmente interesante porque sugiere que los residentes podían haber estado usando métodos de producción de lácteos que separaban la leche fresca en cuajo y suero. También sugiere que tenían un recipiente especial para sostener el suero después, lo que significa que lo usaron para algo más después», afirma Jessica Hendy, autora principal del estudio, del Max Planck. Estos resultados muestran que la lechería ha estado en curso en esta región del mundo por lo menos desde el sexto milenio antes de Cristo, y que las personas consumieron la leche de múltiples especies de animales, incluyendo vacas, ovejas y cabras.

Sin embargo, los investigadores enfatizan que, según el registro arqueológico, probablemente se consumieron una variedad aún mayor de alimentos, especialmente alimentos vegetales, en Çatalhöyük, que o bien no estaban contenidos en los vasos que estudiaron o no están presentes en las bases de datos que usan para identificar proteínas. Muchas especies de plantas no están representadas o tienen una representación limitada. «Por ejemplo, solo hay seis secuencias de proteínas para la arveja en las bases de datos. Para el trigo, hay casi 145.000», explica Hendy. «Un aspecto importante del trabajo futuro será expandir estas bases de datos con más secuencias de referencia».

Fuente: abc.es