Durante esas lluvias llegaron microalgas, que al encontrarse en situaciones de estrés se vuelven de color rojo.
El pasado otoño, los vecinos de ciertas zonas de Zamora vivieron una situación muy particular. Casi de la noche a la mañana, el agua se tiño de color rojo sangre. No sólo la que había en depósitos o fuentes, también la de sus casas. En un artículo recién publicado se explica qué ocurrió.
Y no fue lo primero que los habitantes de la zona pensaron. A muchos se les ocurrió que el extraño color podía venir de una contaminación de las reservas de agua. Vamos, que alguien hubiese echado algún producto. O que proviniese de depósito de aviones, que hubiesen soltado su carga sobre la zona. Otros, incluso, recordaron ciertos pasajes bíblicos que hablan sobre plagas.
Pero uno de los vecinos de Fuente Encalada – el pueblo que más afectado se vio por este fenómeno – decidió tomar muestras para que se pudiesen analizar. Gracias a la decisión de Joaquín Pérez, ahora sabemos que, en realidad, el causante de este curioso caso es un alga microscópica.
Y no fue lo primero que los habitantes de la zona pensaron. A muchos se les ocurrió que el extraño color podía venir de una contaminación de las reservas de agua. Vamos, que alguien hubiese echado algún producto. O que proviniese de depósito de aviones, que hubiesen soltado su carga sobre la zona. Otros, incluso, recordaron ciertos pasajes bíblicos que hablan sobre plagas.
Pero uno de los vecinos de Fuente Encalada – el pueblo que más afectado se vio por este fenómeno – decidió tomar muestras para que se pudiesen analizar. Gracias a la decisión de Joaquín Pérez, ahora sabemos que, en realidad, el causante de este curioso caso es un alga microscópica.
La especie recibe el nombre de Hemaetococcus pluvialis. Se trata de una pequeña alga que normalmente es de color verde. Pero cuando las condiciones del medio cambian y se ve sometida a estrés, cambia por completo sus características.
Lo primero que hace es crear estructuras de resistencia, una especie de quistes. Para mejorar su supervivencia, genera una serie de sustancias que la protegen de una excesiva insolación. Algo así como la versión alga de las cremas para el Sol.
Estas proteínas se denominan carotenos – en concreto en este caso, la astaxantina. Estos pigmentos son los que le dan el color rojo a tomates y zanahorias, por ejemplo. Y se emplean tanto en la industria farmacéutica como en alimentación por su valor antioxidante.
Parece que al dar con la explicación científica, se quita toda la curiosidad al caso. Pero no es así. Que un alga de este tamaño pueda llegar con la lluvia no es raro. Pero que lo haga esta en concreto sí sorprende más. Porque no hay en ningún sitio cercano.
Este alga vive en zonas atlánticas de Europa, y en Norteamérica. No se encuentra en ningún lugar cercano a Zamora, en mitad de la península Ibérica. La masa de agua más cercana es el lago de Sanabria, y los investigadores han podido constatar que allí no vive H. pluvialis. Y por como se trata y se gestiona, tampoco puede proceder de ninguna industria cercana.
Así que aún queda un misterio en esta historia. Los científicos han estudiado con detalle las corrientes de aire de los días inmediatamente anteriores a que el agua se tiñese de rojo, y no han podido deducir de dónde vienen las algas. Todas las posibilidades siguen abiertas, incluso la de que haya llegado desde Norteamérica. Tal vez nunca se llegue a saber.
Lo primero que hace es crear estructuras de resistencia, una especie de quistes. Para mejorar su supervivencia, genera una serie de sustancias que la protegen de una excesiva insolación. Algo así como la versión alga de las cremas para el Sol.
Estas proteínas se denominan carotenos – en concreto en este caso, la astaxantina. Estos pigmentos son los que le dan el color rojo a tomates y zanahorias, por ejemplo. Y se emplean tanto en la industria farmacéutica como en alimentación por su valor antioxidante.
Parece que al dar con la explicación científica, se quita toda la curiosidad al caso. Pero no es así. Que un alga de este tamaño pueda llegar con la lluvia no es raro. Pero que lo haga esta en concreto sí sorprende más. Porque no hay en ningún sitio cercano.
Este alga vive en zonas atlánticas de Europa, y en Norteamérica. No se encuentra en ningún lugar cercano a Zamora, en mitad de la península Ibérica. La masa de agua más cercana es el lago de Sanabria, y los investigadores han podido constatar que allí no vive H. pluvialis. Y por como se trata y se gestiona, tampoco puede proceder de ninguna industria cercana.
Así que aún queda un misterio en esta historia. Los científicos han estudiado con detalle las corrientes de aire de los días inmediatamente anteriores a que el agua se tiñese de rojo, y no han podido deducir de dónde vienen las algas. Todas las posibilidades siguen abiertas, incluso la de que haya llegado desde Norteamérica. Tal vez nunca se llegue a saber.
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