Todos los hombres perciben el cuerpo del Sol, pero ninguno su alma.
Platón, Las Leyes
Luz, Luz, el recuerdo visible de la Luz Invisible…
¡Oh Luz Invisible, te alabamos! Demasiado brillante para los ojos mortales.
T. S. Elliot
Siempre respira aire, aire vivo de luz.
Marsilio Ficino, De Vita
¿Qué es el alma? ¿Qué es el espíritu? ¿Cuáles son sus diferencias? Estas son las preguntas que intentamos responder en esta sesión de Cadena Áurea. Preguntas que atraviesan la historia de la filosofía y el misticismo y a las cuales se podría dedicar toda una vida –y no sería una mala vida, puesto que podemos decir, siguiendo a Platón, que una de las labores principales de la filosofía es la separación del alma de lo impuro.
Definir estos términos, “separarlos de lo impuro” y de la confusión, regresarles su magnificencia, es parte de la más esencial labor filosófica, especialmente si se concibe a la filosofía con cierta inclinación mística. No es ciertamente una labor sencilla, como descubrimos en este episodio, ya que alma y espíritu han sido usados de manera intercambiable en el paso de lo esotérico a lo exotérico y en el desgaste de las traducciones.
Esto se hace más difícil aún ya que algunas tradiciones tienen conocimientos de diversos vehículos sutiles, no sólo alma y espíritu, sino que cuentan con toda una jerarquía de cuerpos espirituales, mientras que el español y la mayoría de las lenguas de los países occidentales cuentan con pocas palabras para diferenciar estos vehículos o cuerpos sutiles y los diferentes estados intermedios (bardos).
También es posible que las diferencias sean sólo reflejos de los estadios o niveles de entendimiento –escalones útiles en el proceso de retorno, allende las esferas planetarias– pero que al final de cuentas la confusión sea vindicada en un principio de identidad y fusión con una única sustancia divina.
Por todo lo anterior, esto es sólo una primera (y polémica) tentativa, en el infinito viaje dentro de la nave psicoespiritual, por acercarnos al entendimiento del alma y del espíritu. Ofrecemos, al menos, una rica paleta de posibles definiciones (no sin contradicciones), en distintas tradiciones, de personas más perceptivas que nosotros, que se han aventurado con visión depurada hacia las dimensiones más sutiles, más allá de lo sensorial, y que tal vez han alcanzado a percibir “el alma del Sol” o la “luz invisible”.
Por todo lo anterior, esto es sólo una primera (y polémica) tentativa, en el infinito viaje dentro de la nave psicoespiritual, por acercarnos al entendimiento del alma y del espíritu. Ofrecemos, al menos, una rica paleta de posibles definiciones (no sin contradicciones), en distintas tradiciones, de personas más perceptivas que nosotros, que se han aventurado con visión depurada hacia las dimensiones más sutiles, más allá de lo sensorial, y que tal vez han alcanzado a percibir “el alma del Sol” o la “luz invisible”.
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