Urbanismo. Veinte millones de chinos se urbanizan por año, más de cincuenta mil por día. Copiar modelos arquitectónicos es una manera cómoda, rápida y barata de construir.
Maupassant –cuenta Roland Barthes– desayunaba a menudo en la Torre Eiffel. No porque le gustara sino precisamente por lo contrario: era el único lugar en París desde donde no la veía. En Hangzhou, China, hay una réplica de la Torre.
Y de Hallstatt, la villa alpina austríaca. Y de un pueblo holandés. Y más también. En los alrededores de Shanghai, está el proyecto “Una ciudad, nueve pueblos”, una serie de suburbios chinos que copian la arquitectura y los íconos de Occidente.
Son poblados “temáticos”: Italiano, Alemán, Sueco/Escandinavo, Danés, Norteamericano, Español, Chino tradicional, Inglés y hasta un eco-pueblo. Todos ellos son ejemplos de “duplitectura”, la copia en arquitectura y urbanismo. ¿Cómo podemos entender e interpretar este fenómeno? ¿Qué nos dice sobre China?
La primera avenida es la económica. El proceso de urbanización en la República Popular no tiene precedentes. Cuando comenzó la apertura en 1978, no existían ciudades de más de diez millones de habitantes. En 2025, China tendrá 221 ciudades con más de un millón de habitantes (Europa actualmente tiene 35 ciudades de este tamaño) y 23 ciudades con más de cinco millones. Para 2030, la ciudad promedio china será de 13 millones de habitantes y los residentes urbanos rozarán los mil millones, 70% de la población total. En 1990 la población urbana china era un 26%. Son 20 millones de chinos que se urbanizan por año, más de 50 mil por día.
Son poblados “temáticos”: Italiano, Alemán, Sueco/Escandinavo, Danés, Norteamericano, Español, Chino tradicional, Inglés y hasta un eco-pueblo. Todos ellos son ejemplos de “duplitectura”, la copia en arquitectura y urbanismo. ¿Cómo podemos entender e interpretar este fenómeno? ¿Qué nos dice sobre China?
La primera avenida es la económica. El proceso de urbanización en la República Popular no tiene precedentes. Cuando comenzó la apertura en 1978, no existían ciudades de más de diez millones de habitantes. En 2025, China tendrá 221 ciudades con más de un millón de habitantes (Europa actualmente tiene 35 ciudades de este tamaño) y 23 ciudades con más de cinco millones. Para 2030, la ciudad promedio china será de 13 millones de habitantes y los residentes urbanos rozarán los mil millones, 70% de la población total. En 1990 la población urbana china era un 26%. Son 20 millones de chinos que se urbanizan por año, más de 50 mil por día.
El “Nuevo Plan de Urbanización Nacional 2014-2020” demanda la construcción de millones de casas, miles de kilómetros de redes ferroviarias, autopistas y el mejoramiento de la infraestructura cloacal, eléctrica y de residuos. La construcción forma parte del núcleo del 12º Plan Quinquenal (2011-2015) de reforma y desarrollo de China, y está considerada como uno de los motores del crecimiento del país en las próximas décadas. Por eso China hoy consume el 56% del cemento mundial, el 48% del acero y un poco más de la mitad del carbón.
Para fines de 2015, uno de cada tres rascacielos en el mundo de más de 150 metros estará en China. Hay más de cinco mil estudios de arquitectura –30% estatales– y 150 de los 200 estudios internacionales de arquitectura más grandes del mundo tienen oficinas en China. Copiar y pegar modelos arquitectónicos tomados de otros países –resume Bianca Bosker, autora de Original Copies: Architectural Mimicry in Contemporary China – responde a una manera cómoda, barata y rápida de edificar. Duplitectura sería el equivalente a los productos chinos de baja calidad: malos pero baratos. Pero para Antony Wood, Director del Consejo de Edificios Altos y Hábitat Urbano, los mayores avances e innovaciones en tipología, diseño y técnica están ocurriendo en China.
Y aunque la duplitectura es ciertamente llamativa, es también una ocurrencia menor y marginal. Sin embargo, despierta en Occidente los prejuicios y miedos que hay sobre el “orientalismo” chino. Como advirtiera importación magistralmente Edward Said, la duplitectura confirma una constelación de falsas imágenes e ideas sobre la irreconciliable oposición entre las categorías/etiquetas artificiales “Oriente” y “Occidente”. La idea de una cultura china de la copia –y de la copia trucha– permite sostener la creencia de que China no es más que la inversión negativa de Occidente.
Y aunque la duplitectura es ciertamente llamativa, es también una ocurrencia menor y marginal. Sin embargo, despierta en Occidente los prejuicios y miedos que hay sobre el “orientalismo” chino. Como advirtiera importación magistralmente Edward Said, la duplitectura confirma una constelación de falsas imágenes e ideas sobre la irreconciliable oposición entre las categorías/etiquetas artificiales “Oriente” y “Occidente”. La idea de una cultura china de la copia –y de la copia trucha– permite sostener la creencia de que China no es más que la inversión negativa de Occidente.
Eso fomenta la negación de los aspectos negativos propios para proyectarlos sobre un otro fantasmático, un “peligro amarillo” arquitectónico. Y sirve como justificación implícita a quienes no pueden o no quieren la transición de poder que está teniendo lugar en el mundo del Norte al Sur, del Occidente al Oriente, del Atlántico al Pacífico, del mundo desarrollado al mundo emergente.
El esencialismo cultural advierte que mientras que Occidente considera la copia algo reprobable por su falta de originalidad, en China el mimetismo se ve como una muestra de habilidad creativa. Lo que en el Oeste sería un robo descarado en el Este constituye un homenaje. Lo que para Occidente es fundamentalmente kitsch , artificial y de mal gusto, a muchos en China les resulta verdaderamente encantadora.
El esencialismo cultural advierte que mientras que Occidente considera la copia algo reprobable por su falta de originalidad, en China el mimetismo se ve como una muestra de habilidad creativa. Lo que en el Oeste sería un robo descarado en el Este constituye un homenaje. Lo que para Occidente es fundamentalmente kitsch , artificial y de mal gusto, a muchos en China les resulta verdaderamente encantadora.
Lo que aquí se rechaza por el mal gusto de mezclar estilos diferentes e ignorar toda premisa de autenticidad es allí un deleite de creatividad y abundancia. De hecho en China, la propia palabra shanzhai abarca a la vez “piratería”, “parodia” y “simulacro”.
El repertorio de la duplitectura china es bastante concreto y definido: de Estados Unidos los símbolos del poder político (la Casa Blanca es el edificio más copiado) y del poder económico en los modernos rascacielos. De Europa, la calidad de vida y el bienestar. Se replican pueblos nórdicos como Luodian o el Thames Town británico; no se emula la arquitectura búlgara o los edificios rumanos.
El gusto chino por copiar los Chateaux franceses, el estilo Beaux-Artsparisino o las Villas italianas refleja un deseo de distinción y estatus en una sociedad que se ha entregado al frenesí del consumo capitalista. Es decir, se reproducen los estilos arquitectónicos de países asociados con el poder, la riqueza y cierta preeminencia cultural (según las interpretaciones de quienes llevan a cabo los proyectos duplitectónicos). Acaso por eso no haya una Mar del Plata o un Río de Janeiro ni un Cairo o un Marrakesh. Para Bosker lo que China está haciendo es “presumir sus músculos, mostrando su habilidad para reconstruir los más grandes éxitos de Occidente”. Y aquí entra la dimensión del poder, lo que abre a la explicación más política.
La duplitectura sería una demostración de fuerza. ¿Cómo? El primer “Emperador” de China, Qin Shi Huang se construyó un ejército falso, el famoso de terracota. Además, luego de haber conquistado a sus reinos rivales en el siglo III aC. mandó construir una réplica de cada uno de sus palacios dentro de su propia ciudad capital.
La duplitectura sería una demostración de fuerza. ¿Cómo? El primer “Emperador” de China, Qin Shi Huang se construyó un ejército falso, el famoso de terracota. Además, luego de haber conquistado a sus reinos rivales en el siglo III aC. mandó construir una réplica de cada uno de sus palacios dentro de su propia ciudad capital.
Con un agregado: la duplitectura china podría entenderse como una revancha en un país que sufrió durante su “siglo de humillación” concesiones extraterritoriales y asentamientos coloniales dentro de su propio territorio.
Desde Shanghai hasta Hong Kong y Macao, pasando por Tianjing, Luyshun (Port Arthur) y Qingdao, estos enclaves extranjeros fueron impuestos por la fuerza y gobernados por administración extranjera. Barthes mismo reconoce que para negar a la Torre hay que instalarse dentro de ella e identificarse con ella, como Maupassant.
En su China en diez palabras , el escritor chino Yu Hua se refiere a la copia shanzai como la construcción de una estructura de sentido paralela, paródica, crítica. ¿Duplicar para destruir?
Casi como talismanes que prometen atraer aquello que simbolizan. Pero reconstruir no es reconstituir. Esto último requiere necesariamente resignificar. Una Torre Eiffel en Hangzhou o la arena de Nimes en la provincia de Zhejiang son significantes sin significado. El significante designa algo, y ese algo designado es el significado.
Casi como talismanes que prometen atraer aquello que simbolizan. Pero reconstruir no es reconstituir. Esto último requiere necesariamente resignificar. Una Torre Eiffel en Hangzhou o la arena de Nimes en la provincia de Zhejiang son significantes sin significado. El significante designa algo, y ese algo designado es el significado.
Pero el significado es vacío en la duplitectura china. No es una reapropiación con significado diferente, sino inexistente. La estatua de Churchill en Songjiang no expresa una admiración china por algún rasgo de la personalidad o resultado de la gestión del bulldog británico. La construcción de Nueva Amsterdam en Shenyang no puede compararse con la Nueva Granada de los españoles en América Latina o la Nueva Inglaterra de los Peregrinos en Estados Unidos por una simple y potente razón: no buscan que la construcción visible refleje el valor invisible que lo anima, que lo material sea expresión de lo espiritual.
Nada de lo “duplitectado” es parte de un imaginario chino que busca apropiar para sí o instalar en territorio (material) chino valores (inmateriales) no chinos. Cada estilo arquitectónico es expresión de ciertos valores económico-políticos: la Bauhaus explícitamente planteaba la edificación en relación con el sistema industria de producción en serie y la arquitectura en el problema social de la posguerra.
La arquitectura estalinista fue ética y políticamente orgánica con la política soviética: todas las ciudades fueron construidas de acuerdo a un plan general de desarrollo. Los proyectos abarcaban distritos enteros y transformaban visiblemente la imagen de la ciudad. El laissez faire del mercado (económico, ideológico y arquitectónico) hizo Londres y Nueva York, pero también Las Vegas, Miami, Doha y Dubai.
En China, el “socialismo con características chinas” hace emerger la duplitectura. Por ejemplo, la conceptualización de “ciudad” en China es distinta de la Occidental. El punto de partida analítico en las ciencias sociales occidentales para conceptualizar la ciudad es como una manifestación material de los procesos de creación y acumulación de capital, lo que Harvey denomina “proceso de urbanización capitalista” donde el capital privado apropia los medios de producción (especialmente tierra), dando lugar a la “ciudad emprendedora”.
En China, el “socialismo con características chinas” hace emerger la duplitectura. Por ejemplo, la conceptualización de “ciudad” en China es distinta de la Occidental. El punto de partida analítico en las ciencias sociales occidentales para conceptualizar la ciudad es como una manifestación material de los procesos de creación y acumulación de capital, lo que Harvey denomina “proceso de urbanización capitalista” donde el capital privado apropia los medios de producción (especialmente tierra), dando lugar a la “ciudad emprendedora”.
Las unidades subnacionales “ciudades” se constituyen en polos competitivos y flexibles de atracción de mano de obra y capital. La formación del objeto “ciudad” en China no puede ser comprendida sino desde la reconfiguración geográfica y burocrática dirigida por el Partido Comunista chino. Es una categoría administrativa para manejar el presupuesto público más que económica. Responde a una lógica de poder más que a dinámicas de mercado. La ciudad no es una manifestación resultante de los procesos de acumulación económica, sino una categoría administrativa que el gobierno central dictamina para expandir la economía.
Es una instancia territorial de control político del régimen más que el territorio donde se desarrollan actividades económicas autónomas. Y a la vez en ese proceso se ha desatado una multiplicidad de vectores económicos de destrucción creativa que entrecruzan estilos y entremezclan estructuras, políticas y mentales. China exige hoy replantear muchas de nuestras certezas. Un verdadero pastiche existencial: ético, estético y económico. Muchas veces advertimos en nuestras clases: “Todo lo que pueda decir sobre China es cierto… en alguna parte.”
Fuente: clarin.com
Fuente: clarin.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario