- Pocos dudan de que el ser humano es más inteligente que el chimpancé. Es claro que el cerebro del ser humano es mucho mayor que el de este animal y, aunque solo sea por la cantidad, algo deberá notarse por esta razón en la inteligencia de una y otra especie.
Sin embargo, cualquiera que haya visitado un zoo y haya visto a los chimpancés en acción no tendrá más remedio que concluir que no tienen un pelo de tontos, y eso a pesar de tener mucho más pelo que nosotros. Al ver interactuar a estos astutos animales, uno se pregunta si realmente el ser humano les supera en inteligencia sea cual sea el problema que se deba resolver. Obviamente, si se trata de sumar o de multiplicar, los humanos vamos claramente a superarles, pero si se trata de otro tipo de cuestiones, ¿les superaremos siempre?
Juegos de inteligencia
Juegos de inteligencia
Investigadores del Instituto CalTech de California y del Centro de Primatología de Kyoto, en Japón, se formularon esta pregunta y la intentaron resolver sometiendo a humanos y chimpancés a juegos simples en los que se trataba de adivinar lo que el otro contrincante iba a hacer. En uno de los juegos, llamado el juego de la Inspección, dos jugadores (bien dos humanos, bien dos chimpancés) se sientan dándose la espalda frente a las pantallas de sendos ordenadores. Para comenzar el juego, los jugadores deben tocar un círculo en el centro de la pantalla del ordenador y después elegir uno de dos cuadrados azules, que se muestran o bien a la derecha o bien a la izquierda de cada pantalla. Tras haber realizado esta primera elección, cada ordenador muestra en su pantalla lo que el otro jugador ha elegido (derecha o izquierda). Se trata ahora de realizar elecciones de manera que uno de los jugadores acierte eligiendo lo contrario de lo que elige su oponente, mientras el otro jugador debe elegir lo mismo que elige su oponente. Esto se repite unas 200 veces. Los jugadores victoriosos reciben una recompensa (un poco de zumo de frutas para los chimpancés y algo de dinero en el caso de los humanos).
Es evidente que el jugador que gana en este tipo de juego es el que es capaz de predecir mejor lo que hará su oponente. Para ello, cada jugador va extrayendo información acerca de las elecciones pasadas de su contrincante, lo que le permite intentar predecir sus decisiones futuras. Este tipo de situación no está alejada de muchas situaciones de nuestra vida corriente, por ejemplo cuando alguien intenta predecir lo que hará otra persona, o la reacción que esta tendrá ante determinadas situaciones. Normalmente, muchos fracasamos miserablemente en este tipo de “juegos” de la vida real.
La sencillez del juego de la Inspección permite aplicar en este caso los conocimientos de la teoría de juegos. No importa lo listo que uno sea, no va a ganar siempre. La teoría de juegos predice que lo mejor que los jugadores pueden hacer en este juego es alcanzar el llamado equilibro de Nash, así denominado en honor al matemático John Forbes Nash, galardonado con el premio Nobel de Economía en 1994, cuya vida y carrera inspiró la película Una mente maravillosa, protagonizada por Russel Crowe.
Alcanzar el equilibrio
Los investigadores compararon de este modo las prestaciones de 16 estudiantes universitarios japoneses con las de 6 chimpancés en este juego. Los estudiantes lo hicieron razonablemente bien, pero ni mucho menos de manera óptima, es decir, no alcanzaron el equilibro de Nash. Los chimpancés, en cambio, jugaron de manera impecable y alcanzaron dicho equilibrio, a pesar de (¿gracias a?) no estar matriculados en la universidad. Además, los chimpancés continuaron jugando de manera óptima incluso si se intercambiaban los papeles entre los dos jugadores, o se cambiaba el tipo de recompensa según se eligiera izquierda o derecha con más frecuencia.
Por si acaso las peores prestaciones de los estudiantes tenían que ver con su cultura, se pidió también jugar este juego a personas de la ciudad de Bossou, localizada al sur de Guinea. En este caso, el premio por ganar era equivalente a un día de salario medio. A pesar de esto, los jugadores tampoco alcanzaron el equilibrio de Nash.
La conclusión de estos estudios, publicados en la revista Scientific Reports, es que los chimpancés son superiores a los humanos cuando se trata de predecir las decisiones de un contrincante. Ahora la pregunta que queda por responder es ¿por qué?
Los investigadores especulan con la idea de que los chimpancés poseen mucha mejor memoria a corto plazo que los humanos, lo que podría explicar su superior capacidad en este juego. Claro que ahora quedaría explicar por qué poseen mejor memoria a corto plazo que nosotros.
Otra potencial explicación reside en los divergentes caminos evolutivos tomados por ambas especies desde que se separaron de su común ancestro. Los chimpancés iniciaron un camino que les condujo a una intensa competición entre ellos, mientras que los humanos se convirtieron, probablemente gracias al lenguaje, en una especie mucho más colaboradora. Además, la necesidad de utilizar el cerebro para tareas más complejas, como en efecto es el lenguaje, tal vez tuvo un impacto negativo a lo largo de la evolución en las áreas cerebrales implicadas en tareas más sencillas, como la descrita aquí.
Sea como fuere, por si había alguna duda en los tiempos que corren, estos estudios demuestran que no somos la especie más inteligente en todo. Por ello, un poco de humildad, incluso frente a un mono, puede resultar muy saludable.
Fuente: cienciaes.com
Es evidente que el jugador que gana en este tipo de juego es el que es capaz de predecir mejor lo que hará su oponente. Para ello, cada jugador va extrayendo información acerca de las elecciones pasadas de su contrincante, lo que le permite intentar predecir sus decisiones futuras. Este tipo de situación no está alejada de muchas situaciones de nuestra vida corriente, por ejemplo cuando alguien intenta predecir lo que hará otra persona, o la reacción que esta tendrá ante determinadas situaciones. Normalmente, muchos fracasamos miserablemente en este tipo de “juegos” de la vida real.
La sencillez del juego de la Inspección permite aplicar en este caso los conocimientos de la teoría de juegos. No importa lo listo que uno sea, no va a ganar siempre. La teoría de juegos predice que lo mejor que los jugadores pueden hacer en este juego es alcanzar el llamado equilibro de Nash, así denominado en honor al matemático John Forbes Nash, galardonado con el premio Nobel de Economía en 1994, cuya vida y carrera inspiró la película Una mente maravillosa, protagonizada por Russel Crowe.
Alcanzar el equilibrio
Los investigadores compararon de este modo las prestaciones de 16 estudiantes universitarios japoneses con las de 6 chimpancés en este juego. Los estudiantes lo hicieron razonablemente bien, pero ni mucho menos de manera óptima, es decir, no alcanzaron el equilibro de Nash. Los chimpancés, en cambio, jugaron de manera impecable y alcanzaron dicho equilibrio, a pesar de (¿gracias a?) no estar matriculados en la universidad. Además, los chimpancés continuaron jugando de manera óptima incluso si se intercambiaban los papeles entre los dos jugadores, o se cambiaba el tipo de recompensa según se eligiera izquierda o derecha con más frecuencia.
Por si acaso las peores prestaciones de los estudiantes tenían que ver con su cultura, se pidió también jugar este juego a personas de la ciudad de Bossou, localizada al sur de Guinea. En este caso, el premio por ganar era equivalente a un día de salario medio. A pesar de esto, los jugadores tampoco alcanzaron el equilibrio de Nash.
La conclusión de estos estudios, publicados en la revista Scientific Reports, es que los chimpancés son superiores a los humanos cuando se trata de predecir las decisiones de un contrincante. Ahora la pregunta que queda por responder es ¿por qué?
Los investigadores especulan con la idea de que los chimpancés poseen mucha mejor memoria a corto plazo que los humanos, lo que podría explicar su superior capacidad en este juego. Claro que ahora quedaría explicar por qué poseen mejor memoria a corto plazo que nosotros.
Otra potencial explicación reside en los divergentes caminos evolutivos tomados por ambas especies desde que se separaron de su común ancestro. Los chimpancés iniciaron un camino que les condujo a una intensa competición entre ellos, mientras que los humanos se convirtieron, probablemente gracias al lenguaje, en una especie mucho más colaboradora. Además, la necesidad de utilizar el cerebro para tareas más complejas, como en efecto es el lenguaje, tal vez tuvo un impacto negativo a lo largo de la evolución en las áreas cerebrales implicadas en tareas más sencillas, como la descrita aquí.
Sea como fuere, por si había alguna duda en los tiempos que corren, estos estudios demuestran que no somos la especie más inteligente en todo. Por ello, un poco de humildad, incluso frente a un mono, puede resultar muy saludable.
Fuente: cienciaes.com
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