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Resuelven el misterio de las cataratas de sangre del Ártico 100 años después de su descubrimiento

Sabíamos que las fascinantes cataratas de sangre en el Ártico tenían ese color característico por la acumulación de óxido de hierro en el agua salada, pero el origen del flujo que pasaba a través del glaciar era un misterio desde que fueron descubiertas en 1911. Un equipo de investigadores ha resuelto el puzzle.



El glaciar Taylor se encuentra en la Antártida. Una mole de 54 kilómetros de longitud que se extiende por la meseta de la Tierra de Victoria hasta la parte oeste del valle de Taylor, al norte de los Montes Kukri. Descubierto por la expedición Discovery entre 1901 y 1904, si por algo se ha hecho famosa esta gruesa masa de hielo es por un fenómeno desconcertante: las llamadas cataratas de sangre.

La sangre del hielo

Este paraje tan bello como enigmático fue descubierto en el año 1911 por el geólogo australiano Thomas Taylor (el hombre que dio nombre al valle). En aquel entonces los exploradores pensaron que el color rojo se debía a la acumulación de algas rojas (Rhodophyta).

Pasaron los años y los estudios posteriores arrojaron luz sobre el origen de ese color tan característico: la culpa era de la presencia del óxido de hierro. Aquellos que son poco solubles se depositan en la superficie helada después de que el ion ferroso presente en el agua salada líquida se oxide al entrar en contacto con el oxígeno atmosférico. Estos iones ferrosos que son más solubles provienen del Mioceno, es decir, que estamos hablando de un fenómeno de hace millones de años.


Además hay que tener en cuenta que el glaciar Taylor no se encuentra congelado en su totalidad y que su fondo marino cuenta con una salmuera con una concentración de sal hasta cuatro veces superior a los océanos que tenemos en la superficie del planeta. Otro dato importante a tener en cuenta en las “cataratas” son sus implicaciones. Los análisis químicos y biológicos indican que hay un extraño ecosistema subglacial: las llamadas bacterias autótrofas que metaboliza iones de hierro y azufre.

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Esquema que muestra como la vida microbiana ha podido sobrevivir al frío, a la oscuridad y a la falta de oxígeno. Wikimedia Commons


Los estudios posteriores encontraron más de un docena de microbios que vivían prácticamente sin oxígeno. Sorprendente, porque nunca antes se había observado en la naturaleza el proceso metabólico mediante el cual los microbios utilizan un sulfato como catalizador para respirar con iones férricos y metabolizar la materia orgánica microscópica atrapada con este compuesto químico.

Su importancia, como ha ocurrido tantas veces en los polos de la Tierra, radica en la posibilidad de estudiar condiciones de vida (microbiana) en condiciones extremas y extrapolarlas a los algoritmos y variables de los estudios sobre la vida fuera de nuestro pequeño planeta.

Por eso se buscaba la llave que atara todos los cabos, el origen de esa agua, el cual se estimaba entre 1,5 y 2 millones de años. 

¿Dónde estaría esa fuente y qué nos podríamos encontrar en ella?

La primera parte del misterio acaba de resolverse.

El origen de la sangre

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Glaciar Taylor. Wikimedia Commons


Un equipo de la Universidad de Alaska y Colorado ha utilizado un radar penetrante de hielo para seguir cuidadosamente el flujo del agua roja hasta 300 metros bajo el glaciar. Allí se encontraron con la sorpresa: un sistema circulatorio interno de piscinas y caminos de salmuera, una evidencia de que ese “flujo” de sangre es una válvula de liberación para algunas de las presiones que surgen en esos 54 kilómetros de hielo. Según explica la investigadora Christina Carr:

Movimos las antenas del radar alrededor del glaciar en patrones para que pudiéramos ver lo que estaba debajo de nosotros dentro del hielo, como si un murciélago usara la ecolocalización para ver las cosas a su alrededor.

Tal y como explican, las cataratas de sangre son un caso muy especial. El glaciar Taylor es tan frío que realmente no debería tener ningún tipo de agua líquida que fluya a través de ella. En este caso los científicos descubrieron que la salinidad del agua (la que baja la temperatura de congelación) y el calor latente de la congelación (así es, aunque parezca notener sentido) ayudan a explicar cómo las cataratas siguen fluyendo. Según el glaciólogo Erin Pettit:
Aunque suene contraintuitivo, el agua libera calor a medida que se congela, y ese calor calienta el hielo que rodea en más frío. De hecho, Taylor es ahora el glaciar más frío del mundo para tener agua que fluye constantemente.
Más de 100 años después de su descubrimiento, hoy podemos asegurar que ese fenómeno tan bello y desconcertante nace de una gran fuente de agua salada atrapada en las profundidades de Taylor durante más de un millón de años. No sólo eso, también podemos asegurar que el agua líquida pude existir dentro de un glaciar extremadamente frío, un fenómeno que antes considerábamos completamente imposible. [Wired, Wikipedia, Cambridge]

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