En la investigación, un grupo liderado por científicos de la Universidad Estatal de Oregón logró establecer una conexión entre los niveles de algas tóxicas y los fenómenos climáticos recurrentes como el Niño y la Oscilación del Pacífico.
"Estas oscilaciones climáticas naturales provocan cambios en la temperatura del agua y variaciones en las corrientes oceánicas, entre otros efectos", explicó a Efe Angelicque White, una de las científicas que participaron en el estudio.
Con datos históricos sobre anomalías en la temperatura del mar, la velocidad y la dirección del viento e índices de los dos eventos climáticos, los expertos fueron capaces de predecir una mayor presencia de ácido domoico en los mariscos, explicó White.
Producido por las algas Pseudo-nitzschia, este ácido no solo afecta a los animales que se alimentan de ellas, como las anchoas o los moluscos, sino que a través de ellos pasa al resto de la fauna marina.
También para los humanos es una sustancia nociva: consumir mariscos contaminados con esta toxina puede provocar desde daños gastrointestinales hasta pérdida de memoria.
La alta presencia de las algas tóxicas, que contaminaron peces y mariscos de la costa oeste de Estados Unidos, provocó en 2015 pérdidas estimadas en unos 100 millones de dólares.
Por ese motivo, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, en inglés) impulsó esta investigación, cuyos resultados podrán ser aprovechados por la industria pesquera de Oregón, Washington y California, los estados más afectados por el brote.
Según White, este modelo ahora permitirá a la industria pesquera tomar "medidas preventivas" en los años en los que los fenómenos climático afecten a la región.
Para los investigadores que lo diseñaron, la aparición de este modelo es más que oportuna: si la temperatura de las aguas sigue aumentando debido al cambio climático, entonces es posible que los brotes de ácido sean mayores.
El estudio podría entonces ayudar a los investigadores a determinar si los cambios llevarán a brotes más amplios como el que ha ocurrido en la costa oeste.
"Si así llegara a ser, probablemente veremos mayores efectos del ácido a lo largo de toda la cadena alimentaria marina", añadió Bill Peterson, coautor del estudio y miembro del Departamento de Pesca de la NOAA.
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