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La expansión del universo

La teoría cosmológica actualmente aceptada asume que todo nuestro Universo (el espacio, el tiempo, y todo lo que contiene) se creó hace 13.800 millones de años en el Big Bang.

Esa Gran Explosión puso en marcha también la expansión del Universo, esto es, que el propio espacio se estira más y más al pasar el tiempo.

Durante décadas se pensaba que la expansión del Cosmos se estaba frenando: la única fuerza repulsiva que se consideraba era la explosión inicial, mientras que la materia existente, con su fuerza de gravedad siempre atractiva, tendía a parar esta expansión.

Sin embargo, en 1998 dos equipos independientes de astrofísicos encontraron que esto no sucedía así: la expansión del Universo, en vez de frenarse, se ha acelerado al pasar el tiempo cósmico. La explicación que se daba a esta observación es que existía algo, que se ha bautizado como energía oscura, que ayuda a estirar el espacio. Este descubrimiento recibió el Premio Nobel de Física de 2011.

¿Qué es lo que significa esto? Primero, que desconocemos el 95% de lo que está hecho el Universo. Solo el 5% de nuestro Cosmos está compuesto por átomos. El resto está dividido entre materia oscura (27%) y energía oscura (68%).

Cambio de paradigma

En la actualidad existe un enorme interés en comprender qué son tanto la materia oscura como la energía oscura. Estos estudios podrían llegar incluso a un nuevo cambio de paradigma en la ciencia, al necesitar mejorar las teorías físicas, tanto de lo muy grande (Relatividad General) como de lo muy pequeño (modelo estándar de partículas elementales) que disponemos.

Para complicar más las cosas, hace unos días se hizo pública la noticia de que un grupo internacional de astrofísicos habían medido con la mayor precisión hasta la fecha la expansión del Universo. Liderados por el Nobel de Física del 2011 Adam Riess, estos astrofísicos habían usado datos del Telescopio Espacial Hubble para su estudio.

En particular, buscaron estrellas variables del tipo cefeida en galaxias cercanas (encontraron unas 2.400, por ejemplo, en la galaxia UGC 9391 contabilizaron 54 estrellas cefeidas, señaladas con circunferencias rojas en la imagen), que permiten calcular la distancia con muy buena precisión.

Además, usaron detecciones de explosiones de supernova del tipo Ia (unas 300 de ellas, la cruz azul en la imagen de UC 9391 marca la localización de una de estas supernovas), que también sirven para medir las distancias cosmológicas, y así calcular con un error del solo 2.4% el ritmo de expansión del Cosmos.

Esta investigación indica que la distancia entre las galaxias se dobla cada 9.800 millones de años. Sin embargo, este número es ligeramente mayor (entre un 5 y un 9%) al que se ha medido usando la información de los satélites WMAP (NASA) y Planck (ESA) estudiando la radiación cósmica de fondo (el eco del Big Bang, que sucede 300.000 años después del momento cero).

Nuevas hipótesis

Si esta diferencia de velocidades de expansión del Universo es real, se abrirían nuevas hipótesis para entender el Cosmos.

Podría ser que la acción de la energía oscura es aún más intensa de lo que pensamos, o que la materia oscura tiene algunas propiedades extras a las que ahora sabemos, o que existiría algún tipo nuevo de partícula subatómica (la radiación oscura) en el Universo primigenio.

Incluso podía significar que hay que ampliar la Teoría de la Relatividad General de Albert Einstein, que ahora mismo y tras la confirmación de la existencia de las ondas gravitatorias no tiene agujeros por ningún lado.

Sin duda, estamos viviendo una época apasionante para la comprensión del Cosmos.

ÁNGEL R. LÓPEZ SÁNCHEZ (*)
(*) El autor, astrofísico cordobés en Australian Astronomical Observatory / Macquarie University y miembro de la Agrupación Astronómica de Córdoba, escribe regularmente en el blog ‘El Lobo Rayado’ en la dirección de internet http://angelrls.blogalia.com. Puedes seguirlo en Twitter en @El_Lobo_Rayado.

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