El varamiento masivo de ballenas en el Golfo de Penas en Aysén, denunciado este mes por científicos extranjeros que exploraban la zona, ha abierto una serie de interrogantes sobre las causas de la alta mortandad de cetáceos entre las islas y canales del lugar. Pescadores y marinos incluso llaman al sector “el cementerio de ballenas”, por los cada vez más habituales cadáveres hallados en la zona austral.
Según un reporte de Sernapesca del 7 mayo, unas 15 ballenas de al menos 10 metros y correspondientes a la especie Sei (Balaenoptera borealis) vararon en un área cercana al Faro Raper, al norte del Golfo de Penas. Extraoficialmente se considera que la cifra podría ascender a unos 30 ejemplares, de distinto tipo y diferente data muerte.
“Hay un elemento en la zona que debemos definir: ¿Qué está provocando varamientos y muertes de ballenas? Hay algo ahí que está permanentemente ocasionando un problema con esta especie de cetáceo”, afirmó Mauricio Ulloa, encargado nacional de rescate y rehabilitación de especies acuáticas protegidas de Sernapesca.
“La intoxicación es sólo una teoría, porque puede haber presencia de virus, una toxina o la misma condición geográfica de la zona (…) Lo único que hay en las cercanías es un faro de la Armada”, añadió el investigador de Sernapesca. El Golfo de Penas se alza como un lugar de visita frecuente de ballenas por la abundancia de krill, uno de los principales componentes de la dieta de los cetáceos. A esto se agrega, según información de pescadores, la abundancia este año de langostinos en los canales circundantes.
Según un reporte de Sernapesca del 7 mayo, unas 15 ballenas de al menos 10 metros y correspondientes a la especie Sei (Balaenoptera borealis) vararon en un área cercana al Faro Raper, al norte del Golfo de Penas. Extraoficialmente se considera que la cifra podría ascender a unos 30 ejemplares, de distinto tipo y diferente data muerte.
“Hay un elemento en la zona que debemos definir: ¿Qué está provocando varamientos y muertes de ballenas? Hay algo ahí que está permanentemente ocasionando un problema con esta especie de cetáceo”, afirmó Mauricio Ulloa, encargado nacional de rescate y rehabilitación de especies acuáticas protegidas de Sernapesca.
“La intoxicación es sólo una teoría, porque puede haber presencia de virus, una toxina o la misma condición geográfica de la zona (…) Lo único que hay en las cercanías es un faro de la Armada”, añadió el investigador de Sernapesca. El Golfo de Penas se alza como un lugar de visita frecuente de ballenas por la abundancia de krill, uno de los principales componentes de la dieta de los cetáceos. A esto se agrega, según información de pescadores, la abundancia este año de langostinos en los canales circundantes.
El descubrimiento ha llevado a conformar una expedición científica encabezada por Sernapesca, que integrarán expertos de unos 10 de entidades nacionales y extranjeras, entre los que se cuentan la Universidad de Chile, Universidad Austral; Instituto Antártico de Chile (Inach), WWF, Oceana y el Centro de Conservación Cetácea, entre otros. Los investigadores zarpaban ayer al lugar para tomar distintas muestras a los restos de los cetáceos.
El hallazgo ha motivado incluso a la Fiscalía de Aysén a solicitar una investigación por parte de la Brigada Investigadora de Delitos Medioambientales (Bidema) de la PDI, esto en el marco de la Ley de Protección a los Cetáceos y la Ley General de Pesca y Acuicultura.
De acuerdo a Anelio Aguayo, uno de los más prestigiosos investigadores del país en el área de mamíferos marinos, “considerando el varamiento de ballenas, el ocurrido en el Golfo de Penas sería uno de los más numerosos de esta especie de ballenas en Chile. Los varamientos de estos cetáceos son generalmente pequeños, de tres a cuatro animales. Los más numerosos son de los delfines”.
Según los registros de Sernapesca, unas cinco a seis ballenas varan al año a lo largo de los más de 6 mil kilómetros de borde costero del país. “En el Canal Messier, por el lado sur del Golfo de Penas, es común encontrar restos de ballenas y huesos antiguos”, afirmó Carlos Mansilla, pescador artesanal de Caleta Tortel.
El colapso de las especies de grandes cetáceos por la sobreexplotación, iniciada con busques factorías en 1925, ha reducido hasta el 10% la población de algunas especies. “Naturalmente que un varamiento de 20 animales, en una población que ha disminuido por la caza que se hizo de ella, afecta a la recuperación de la especie”, agregó Aguayo, investigador del Inach. El especialista en el área afirmó que en el caso de las ballenas Sei, la población alcanza los 15 mil a 20 mil animales, mientras que a inicios del siglo XX éstas rondaban los 200 mil ejemplares.
En Chile, el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet extendió -en 2008 y en forma indefinida- la moratoria para la caza de estos cetáceos, declarando además su especie como monumento natural.
latercera.com
El hallazgo ha motivado incluso a la Fiscalía de Aysén a solicitar una investigación por parte de la Brigada Investigadora de Delitos Medioambientales (Bidema) de la PDI, esto en el marco de la Ley de Protección a los Cetáceos y la Ley General de Pesca y Acuicultura.
De acuerdo a Anelio Aguayo, uno de los más prestigiosos investigadores del país en el área de mamíferos marinos, “considerando el varamiento de ballenas, el ocurrido en el Golfo de Penas sería uno de los más numerosos de esta especie de ballenas en Chile. Los varamientos de estos cetáceos son generalmente pequeños, de tres a cuatro animales. Los más numerosos son de los delfines”.
Según los registros de Sernapesca, unas cinco a seis ballenas varan al año a lo largo de los más de 6 mil kilómetros de borde costero del país. “En el Canal Messier, por el lado sur del Golfo de Penas, es común encontrar restos de ballenas y huesos antiguos”, afirmó Carlos Mansilla, pescador artesanal de Caleta Tortel.
El colapso de las especies de grandes cetáceos por la sobreexplotación, iniciada con busques factorías en 1925, ha reducido hasta el 10% la población de algunas especies. “Naturalmente que un varamiento de 20 animales, en una población que ha disminuido por la caza que se hizo de ella, afecta a la recuperación de la especie”, agregó Aguayo, investigador del Inach. El especialista en el área afirmó que en el caso de las ballenas Sei, la población alcanza los 15 mil a 20 mil animales, mientras que a inicios del siglo XX éstas rondaban los 200 mil ejemplares.
En Chile, el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet extendió -en 2008 y en forma indefinida- la moratoria para la caza de estos cetáceos, declarando además su especie como monumento natural.
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