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AUM; el enigma de una secta que aterrorizó a los japoneses

El 20 de marzo de 1995, Verdad Suprema intoxicó a 6.300 personas por motivos religiosos.
Multitud de enigmas siguen rodeando los ataques con gas sarín del metro de Tokio cometidos el 20 de marzo de 1995 por Verdad Suprema, secta que aún sobrevive 20 años después captando nuevos adeptos mientras permanece bajo estrecha vigilancia de las autoridades niponas.

Durante la hora punta matutina de aquel fatídico día, cinco miembros de Verdad Suprema (en japonés, Aum Shinrikyo), un culto religioso de corte new age fundado en 1984, perforaron de manera coordinada varios paquetes de sarín en sendos trenes del metro de Tokio.

Por inhalar este gas nervioso unas 6.300 personas resultaron intoxicadas: 13 de ellas murieron, decenas quedaron en estado casi vegetativo y la mayoría sufre hoy graves secuelas físicas -pérdida de visión, cansancio crónico o dolorosas y continuas migrañas- además de estrés postraumático de consideración.
 
El periodista y sociólogo, Toru Takeda, considera que este ataque tuvo en la psique japonesa un impacto mayor que el del estallido de la burbuja financiera de unos años antes, porque lo sucedido en Tokio destruyó la sensación de seguridad y confianza mutua arraigada hasta entonces en el país asiático. 

"Nos dimos cuenta por primera vez de que la persona sentada a tu lado puede ser alguien completamente diferente a ti que es capaz de diseminar gas venenoso”, explica a EFE.
Tras los atentados, el Ministerio de Justicia descartó en 1997 prohibir la existencia de Aum al considerar que los arrestos de sus líderes ya no la convertían en una amenaza para el Estado japonés.
 
No obstante, en 1999 se aprobó una norma (conocida como ley anti-aum), en virtud de la cual el Gobierno japonés acaba de prorrogar en otros tres años el periodo de vigilancia especial al que se somete a los dos grupos -Aleph y Hikari no wa (Círculo de luz)- en los que se dividió Verdad Suprema en 2007.

Aunque las dos agrupaciones suman apenas 1.650 miembros (una décima parte que hace dos décadas), ambas lograron captar a unos 150 nuevos adeptos en Japón desde 2012. 

Puesto que los miembros entregan todo su patrimonio a la organización al ordenarse, las nuevas adhesiones aparentemente han ayudado a duplicar sus activos monetarios hasta los cinco millones de dólares en los tres últimos años. 

Pero ante todo, la Inteligencia nipona asegura que, en privado, los dos grupos siguen justificando los ataques de 1995 y guardan lealtad al gurú y fundador de Aum, Shoko Asahara.

Para muchas de las víctimas y sus familiares o para los residentes de los barrios en los que Aleph y Hikari instalan sus residencias o centros de rezo resulta incomprensible que las autoridades sigan permitiendo su existencia. 

Tampoco ayuda el que 20 años de juicios no hayan aclarado cómo y por qué lo que empezó como un simple seminario de yoga pasó a convertirse en un grupo de criminales. (EFE)


Factor sectario 

Prensa Los medios nipones, por su parte, se han limitado a perpetuar la idea de que Aum y los atentados son sencillamente el producto de un grupo de "vagos, malvados y locos”, en lugar de intentar rastrear las aparentes frustraciones que llevaron a miles de miembros de la élite universitaria nipona a unirse en masa a las filas de la secta.


Motivación Más allá de la aparente motivación del ataque -una maniobra ordenada para proteger la existencia del grupo del acoso policial- también quedan por resolver varias intrigas criminales en torno a la secta. 

Por ejemplo, el asesinato a cuchilladas, que tuvo lugar ante las cámaras de televisión un mes después.

paginasiete

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