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Un misterio "extraterrestre" que aún busca respuesta

Es el elemento más contundente del que dispone la ciencia sobre la posible existencia de otra civilización. Desde que se captó en 1977, nunca más pudo establecerse algo similar que responda si estamos solos en el universo.



Corría el año 1977, aún en la época de oro de la astronáutica. Se lanzaba la sonda Voyager en un viaje que lo llevaría a los gigantes gaseosos y luego fuera del sistema solar. En los cines se estrenaba Star wars, instalándose en la cultura colectiva.

Con mucho menos glamour, en un radiotelescopio perdido en Ohio, Jerry R. Ehman no podía creer lo que veía. Una huella, un patrón. Todo indicaba que una emisión extraterrestre habría llegado esa noche a la Tierra. Marcó con su birome el extraño patrón y acotó al margen Wow! Registrábamos así la "Señal Wow!". Cuarenta años después, es el elemento más contundente de que dispone la ciencia de una posible prueba de la existencia de una civilización extraterrestre con avance tecnológico.

¿Cómo llegamos a esa noche mágica? Siempre nos preguntamos quién habita más allá. El viaje de descubrimiento ha sido siempre una empresa humana. La pasión del descubrimiento que está en nuestro ADN.

Cuando Galileo demostró que la Tierra no está en el centro de esferas celestes, ni las estrellas fijas todas puestas en la última esfera, el enigma final no tardó en instalarse. Giordano Bruno formulaba en 1600 que habrían millones de soles, con planetas, otros seres y otras culturas. Lamentablemente, esa idea no le gustó a la Iglesia, por lo que Giordano fue atado a un poste y quemado vivo en el Campo dei Fiori.

En los '60 y '70, los científicos se plantearon cómo averiguar quién estaba "allá del otro lado". Dado lo lento de los viajes espaciales en relación a la inmensidad del universo, los vuelos tripulados llegaron como máximo a la Luna a 1,5 segundos luz y el Voyager sólo a 17 horas luz. Cuando las estrellas más cercanas en Alfa Centauri están a más de 4 años luz, y un planeta extrasolar factible, a más de 50 años luz, había que buscar una alternativa.

La solución de Carl Sagan y Frank Drake fue ingeniosa. Einstein demostró que no hay nada que viaje más rápido que las ondas electromagnéticas. El desarrollo de tecnología implica la emisión de ondas de radio moduladas artificialmente, como la radio y la TV. Como ya existía la radioastronomía, la idea fue brillante: escuchemos si, además de todas las emisiones que llegan del espacio, aparece alguna que sea artificial, lo que probaría la existencia de una sociedad Extraterrestre. Se iniciaba el proyecto SETI (Search for Extra Terrestrial Intelligence).

Los radiotelescopios destinaron horas a escuchar cada zona del espacio, procesando las señales en la búsqueda de la mano tecnológica escondida detrás de alguna huella, que recorrería los abismos interestelares a la velocidad de la luz. Inclusive, si la otra civilización hiciera un similar razonamiento, hasta podría venir un mensaje. Una especie de "Hola, estamos aquí".

El optimismo inicial no tuvo recompensa. Nada apareció hasta 1977, en el que una noche recibimos el famoso "6EQUJ5" conocido como "La señal Wow!".

Los detalles técnicos son variados: la frecuencia de la señal, duración, monocromía. Todo encajaba, era realmente muy prometedor. Indudablemente no era un ruido emitido por nosotros mismos.

Estábamos a la puerta del gran descubrimiento de la humanidad. Miles de veces se volvió a apuntar a esa zona del espacio y "escuchar". Nunca volvimos a detectar aquel "6EQUJ5". Misterio cruel. Agonía de nuestra sed ancestral de encontrar finalmente a esos otros. Pero la ciencia tiene una disciplina, que nos lleva a estar razonablemente seguros de cada hipótesis; entre otras cosas, la experiencia debe ser repetible, sistemática.

Ahora un astrofísico, Antonio Paris, ex analista de datos del Departamento de la Defensa de Estados Unidos, muy acostumbrado a analizar señales, decidió reabrir este cold case de la investigación espacial.

Propuso una hipótesis que ha levantado controversia y traído a consideración el viejo enigma, el de 1977, el de tiempo inmemorial: ¿hay alguien allí afuera?

Cruzando datos de la exploración espacial, Paris encontró que la señal Wow! provino de una zona del espacio en la que en ese momento dos cometas (266P/Christensen y 335P/Gibbs) pasaban por una gigantesca nube de Hidrógeno, lo que podría haber generado una emisión de las especiales características de la señal original.

Los cometas fueron descubiertos mucho después y nadie había hecho la relación. Con ello, Paris se convirtió en el "enemigo público" de todos aquellos que soñábamos con una solución más inspiradora.

Pero la ciencia es la ciencia, vale para todos. El doctor Paris deberá demostrar su decepcionante hipótesis. Los cometas volverán a pasar por la zona en enero del 2017 con pocos meses de separación. El mundo entero estará escuchando. Si el "6EQUJ5" vuelve a aparecer, deberemos aceptar ecuánimemente que aún no fue.

De no ser así, todos seguiremos soñando con que ya hemos recibido la primera llamada de los primos que casi seguro habitan por allí, en la inmensidad del Universo, haciéndose las mismas preguntas que nosotros.

La anotación de Jerry

Señal Wow! es la denominación por la cual se conoce en círculos astronómicos a una captación 
de radio que constituiría el único mensaje recibido hasta la fecha que podría tener un origen extraterrestre.

Esta señal no fue grabada sino que fue registrada por la computadora del observatorio en una sección de papel continuo diseñada para tal efecto. La señal fue conocida como Wow! debido a la anotación que Jerry Ehman hizo en el papel continuo, denotando su sorpresa y emoción. La secuencia de esa señal fue 6EQUJ5.

La computadora. Fue una IBM 1130 equipada con 1MB de disco duro y 32KB de memoria RAM. Se encargaba de convertir los datos recibidos directamente por el radiotelescopio a una serie de caracteres alfanuméricos.

¿Cuándo se registró?
El 15 de agosto de 1977, a las 23.16 El radiotelescopio Big Ear recibió una señal de radio de origen desconocido durante 72 segundos.

diariouno.com.ar

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