Las extinciones masivas, sucesos en los que desaparecen gran número de especies al mismo tiempo, provocan una evolución acelerada de las que quedan
En Biología Evolutiva quedan aún muchas preguntas por responder. Pero una muy habitual, y que despierta mucho interés, es qué pasa después de una extinción masiva. En estos procesos desaparecen gran número de especies – incluso por encima del 90% - así que son momentos críticos en la historia de nuestro planeta. Un artículo reciente ha dado una respuesta simple y directa: la evolución se acelera.
El problema es cómo se puede saber esto. Porque las extinciones masivas dejan marcas. Por ejemplo, una gran cantidad de fósiles en un periodo muy corto de tiempo – esto es, en términos geológicos de miles o cientos de miles de años. Pero de lo que pasa justo después, no tenemos muchas evidencias.
Y hasta que no se invente una máquina del tiempo – si tal cosa fuese posible – tampoco se va a poder saber. La mejor alternativa son las simulaciones por ordenador. Son baratas dentro de lo que cabe, si están bien hechas resultan fiables, y sobre todo, son rápidas. En apenas unas semanas se puede simular la evolución de varios millones de años.
El problema es cómo se puede saber esto. Porque las extinciones masivas dejan marcas. Por ejemplo, una gran cantidad de fósiles en un periodo muy corto de tiempo – esto es, en términos geológicos de miles o cientos de miles de años. Pero de lo que pasa justo después, no tenemos muchas evidencias.
Y hasta que no se invente una máquina del tiempo – si tal cosa fuese posible – tampoco se va a poder saber. La mejor alternativa son las simulaciones por ordenador. Son baratas dentro de lo que cabe, si están bien hechas resultan fiables, y sobre todo, son rápidas. En apenas unas semanas se puede simular la evolución de varios millones de años.
Los autores del estudio trabajaban con modelos por ordenador. En concreto, con inteligencia artificial. Su objetivo era, por explicarlo de una manera sencilla, enseñar a andar a un robot. Pero para conseguirlo, decidieron imitar a la naturaleza.
Las instrucciones que hacían andar a los robots virtuales evolucionaban. Es decir, cambiaban de manera aleatoria – mutaban, en términos genéticos – y los que funcionaban mal desaparecían. Se extinguían, vaya.
Este tipo de estrategias no son nada extrañas. Pero sumaron otro factor: las extinciones masivas. De vez en cuando, creaban las condiciones oportunas para que desapareciesen gran parte de los programas. Por encima del 90% de ellos, para imitar a la naturaleza, y porque de esta manera los ordenadores podían trabajar más rápido.
Y ahí fue cuando dieron con la clave de su proceso. Después de un evento así, los robots que quedaban evolucionaban mucho más rápido. Después de “limpiar el tablero”, los pocos programas que quedaban empezaban a dar soluciones que antes no había aparecido.
Decidieron estudiar este hecho desde dos puntos. Por una parte, el del código de programación. Es decir, qué tenían los robots que quedaban para evolucionar tan rápido. Y por otra parte, quisieron ver si se podía trasladar a la Biología.
En cuanto a los programas, la cosa estaba clara. Después de las extinciones masivas siempre quedaban los programas con mayores posibilidades de cambio. Los más “evolucionables”. Y lo curioso, y más interesante, es que esto se podía traducir a la Biología.
Las extinciones masivas hacen desaparecer de la Tierra una buena cantidad de genomas. Pero los que sobreviven son, precisamente igual que los códigos informáticos, los que más capacidades tienen para cambiar, evolucionar y adaptarse a las nuevas condiciones.
Las instrucciones que hacían andar a los robots virtuales evolucionaban. Es decir, cambiaban de manera aleatoria – mutaban, en términos genéticos – y los que funcionaban mal desaparecían. Se extinguían, vaya.
Este tipo de estrategias no son nada extrañas. Pero sumaron otro factor: las extinciones masivas. De vez en cuando, creaban las condiciones oportunas para que desapareciesen gran parte de los programas. Por encima del 90% de ellos, para imitar a la naturaleza, y porque de esta manera los ordenadores podían trabajar más rápido.
Y ahí fue cuando dieron con la clave de su proceso. Después de un evento así, los robots que quedaban evolucionaban mucho más rápido. Después de “limpiar el tablero”, los pocos programas que quedaban empezaban a dar soluciones que antes no había aparecido.
Decidieron estudiar este hecho desde dos puntos. Por una parte, el del código de programación. Es decir, qué tenían los robots que quedaban para evolucionar tan rápido. Y por otra parte, quisieron ver si se podía trasladar a la Biología.
En cuanto a los programas, la cosa estaba clara. Después de las extinciones masivas siempre quedaban los programas con mayores posibilidades de cambio. Los más “evolucionables”. Y lo curioso, y más interesante, es que esto se podía traducir a la Biología.
Las extinciones masivas hacen desaparecer de la Tierra una buena cantidad de genomas. Pero los que sobreviven son, precisamente igual que los códigos informáticos, los que más capacidades tienen para cambiar, evolucionar y adaptarse a las nuevas condiciones.
yahoo
No hay comentarios:
Publicar un comentario