Hoy en día, cuando surge una noticia de gran impacto en la sociedad, como puede ser un desastre natural o la muerte de una celebridad (en nuestra sociedad la muerte de las celebridades son eventos de gran impacto), a la par de los reportes sobre lo sucedido, se generan una serie de posts y videos que culpan a los Iluminati. Un ejemplo reciente es la muerte del actor Philip Seymour Hoffman, pero también la de Paul Walker —y la de cualquier celebridad que haya muerto en la última década (en el futuro todos tendremos 15 resultados en Google que nos vinculen con los Iluminati). Otros ejemplos son del orden del huracán Sandy, del huracán Katrina o del terremoto de Haití, etc. Siempre los mismos Iluminati que controlan al mundo con su tablero de tecnología tan avanzada que evoca la magia o un origen extraterrestre, y que realizan extraños rituales simbólicos, no del todo comprensibles —aunque generalmente con una cierta numerología satánica y con una agenda de control mental o distracción masiva.
Las muertes de las celebridades son vinculadas con los Iluminati sobre todo porque dentro de lo que podríamos llamar la “red conspiracional” se tiene la creencia de que Hollywood y la industria del entretenimiento, como los grandes “influenciadores” o programadores de nuestra sociedad, son un brazo propagandístico de los Iluminati (que inunda la psique colectiva de pseudo-occult-media). Los análisis de los motivos ocultos, la simbología esotérica o masónica (supuestamente lo mismo que Iluminati) en los videos de cantantes de música pop, en los programas infantiles de Disney o en los blockbusters de Hollywood, son joyas de hermenéutica pop abigarrada, conspiranóica y de una penetración abstrusa. No hay duda de que los eternos símbolos del poder y la magia reaparecen en la iconografía moderna: el gran pastiche (y el gran fetiche) de las formas, las analogías y las correspondencias: del cuerpo hermético al cuerpo de Beyoncé (beyond this planet), del templo de Salomón al Superbowl. Por supuesto, hay un símbolo que se repite constantemente, el cual es el signo de la sociedad secreta que controla al mundo —ya se en el billete de un dolár, en diferentes catedrales, en caricaturas y por supuesto también en la britneyseñal de Jay-Z y otros lúdicos performers considerados ya imperios (que según la versión de sitios como Vigilant Citizen o foros como God Like Productions traicionaron el legado del Tupac, se aliaron a los Iluminati y a la CIA y vendieron su alma a cambio del kit de Mammon, de “perras, dinero, y fama”)—, es el signo del Ojo en la Pirámide, el Ojo que Todo lo Ve, el Ojo de Dios, el Ojo Pineal, el Sol Secreto, el Ojo de Horus… que es también, en palabras del sinvergüenza Aleister Crowley, el Ojo del Ano.
Este es el terreno de la conspiración Iluminati que, me parece, no puede tratarse sanamente sino con un poco de humor. Negar que el ser humano es propenso a la conspiración y que en la historia han existido numerosas conspiraciones con el fin de controlar secretamente el destino político de los hombres o incluso influir en la forma en la que piensan y se conducen me parece igualmente ridículo que creer fervientemente que nuestra vida, casi hasta su mínimo detalle, está controlada por una organización invisible, omnipotente y cuyo tejido es tan intrincado que se extiende por todo el mundo, pero sin jamás delatarse ni transparentarse… una organización que podría estar ligada a extraterrestres reptilianos con armas psicotrónicas, a una red de violadores satánicos y agencias de control mental que utilizan drogas psicoactivas para hacer que las personas compren gadgets, coman Cheez Whiz y tengan su glándula pineal calcificada. La descripción anterior mejor cabe en una narración de ciencia ficción —y es que las conspiraciones que entretenemos como consumidores de información tienen una fuerte herencia de la literatura de ciencia ficción (no es extraño que personajes como L. Ron Hubbard hayan sido novelistas de ciencia ficción antes de fundar religiones extraterrestres).
El Origen de los Iluminati
Las muertes de las celebridades son vinculadas con los Iluminati sobre todo porque dentro de lo que podríamos llamar la “red conspiracional” se tiene la creencia de que Hollywood y la industria del entretenimiento, como los grandes “influenciadores” o programadores de nuestra sociedad, son un brazo propagandístico de los Iluminati (que inunda la psique colectiva de pseudo-occult-media). Los análisis de los motivos ocultos, la simbología esotérica o masónica (supuestamente lo mismo que Iluminati) en los videos de cantantes de música pop, en los programas infantiles de Disney o en los blockbusters de Hollywood, son joyas de hermenéutica pop abigarrada, conspiranóica y de una penetración abstrusa. No hay duda de que los eternos símbolos del poder y la magia reaparecen en la iconografía moderna: el gran pastiche (y el gran fetiche) de las formas, las analogías y las correspondencias: del cuerpo hermético al cuerpo de Beyoncé (beyond this planet), del templo de Salomón al Superbowl. Por supuesto, hay un símbolo que se repite constantemente, el cual es el signo de la sociedad secreta que controla al mundo —ya se en el billete de un dolár, en diferentes catedrales, en caricaturas y por supuesto también en la britneyseñal de Jay-Z y otros lúdicos performers considerados ya imperios (que según la versión de sitios como Vigilant Citizen o foros como God Like Productions traicionaron el legado del Tupac, se aliaron a los Iluminati y a la CIA y vendieron su alma a cambio del kit de Mammon, de “perras, dinero, y fama”)—, es el signo del Ojo en la Pirámide, el Ojo que Todo lo Ve, el Ojo de Dios, el Ojo Pineal, el Sol Secreto, el Ojo de Horus… que es también, en palabras del sinvergüenza Aleister Crowley, el Ojo del Ano.
Este es el terreno de la conspiración Iluminati que, me parece, no puede tratarse sanamente sino con un poco de humor. Negar que el ser humano es propenso a la conspiración y que en la historia han existido numerosas conspiraciones con el fin de controlar secretamente el destino político de los hombres o incluso influir en la forma en la que piensan y se conducen me parece igualmente ridículo que creer fervientemente que nuestra vida, casi hasta su mínimo detalle, está controlada por una organización invisible, omnipotente y cuyo tejido es tan intrincado que se extiende por todo el mundo, pero sin jamás delatarse ni transparentarse… una organización que podría estar ligada a extraterrestres reptilianos con armas psicotrónicas, a una red de violadores satánicos y agencias de control mental que utilizan drogas psicoactivas para hacer que las personas compren gadgets, coman Cheez Whiz y tengan su glándula pineal calcificada. La descripción anterior mejor cabe en una narración de ciencia ficción —y es que las conspiraciones que entretenemos como consumidores de información tienen una fuerte herencia de la literatura de ciencia ficción (no es extraño que personajes como L. Ron Hubbard hayan sido novelistas de ciencia ficción antes de fundar religiones extraterrestres).
El Origen de los Iluminati
Un poco de contexto. La sociedad secreta de los Iluminati de Bavaria (no la sociedad memética de los Iluminati) fue fundada el 1° de mayo de 1776 por Adam Weishaupt, un profesor jesuíta, con fines sobre todo de revolución política, y fue prohibida en 1784. Esto al parecer habría sido el periodo de vida total de esta organización —ciertamente con nociones de conocimiento masónico y que podría haber contado en sus filas a ilustres pensadores… Hasta que el historiador masón John Robinson escribió Proofs of a Conspiracy against all the Religions and Governments of Europe, el cual acabaría sentando las bases para una versión de la realidad que suscribe una conspiración total (una primera edición que se agotó en apenas unos días). En este libro, Robinson, un respetado catedrático de la Universidad de Edimburgo, introdujo a la Europa de fin de siglo la conspiración más grande de la historia; según algunos críticos como Mike Jay, lo hizo simplemente acomodando la idea de que la revolución francesa y sus figuras habían sido parte de un juego secreto más amplio, peones de un orden invisible. Una idea que resultó muy popular en ese entonces y que sigue tocando una fibra profunda en cómo construimos nuestra noción de la realidad. Sobre el origen de la conspiración Iluminati puede leerse aquí un breve recuento.
Que los Iluminati hayan seguido existiendo por 250 años en la sombra, maquinando y manipulando, sin jamás salir a la superficie (salvo como una película de Angelina Jolie o algo así) resulta un tanto fantástico. En este sentido es relevante el libro que escribió Umberto Eco sobre la naturaleza fantasiosa de las conspiraciones relacionadas a las sociedades secretas, El Cementerio de Praga, libro que es una pieza más en el rompecabezas de la desinformación que representa la moderna teoría conspiratoria. En todo caso, siempre me ha parecido más plausible que de existir esta mítica sociedad secreta omniabarcante, utilice a los Iluminati y demás nombres popularmente conocidos como un señuelo —esto aún así resulta poco plausible (y sobre todo insondable)— y entonces estaríamos enfrente de un grupo no sólo camaleónico y de poder supremo, también capaz de reírse de sí mismo y del mundo (lo cual en mi libro les otorga miles de puntos más a favor).
El Último Secreto de los Iluminati
Decía anteriormente que los Iluminati (o al menos su versión contemporánea) mejor debían de entenderse en un conexto de ciencia ficción (de ficción detectivesca como bien explotó Dan Brown.. o de farsa psicodélica). El gran referente y la figura insoslayable que debe de consultarse para entender la teoría conspiratoria moderna es el escritor Robert Anton Wilson, autor justamente del clásico Iluminatus! junto con Robert Shea. En esta novela, una de las mejores de la segunda parte del siglo XX, al menos en cuanto a disolver la barrera entre la realidad y la ficción y mostrar al mundo como un gran juego cósmico se refiere, Wilson traspone los papeles comúnmente establecidos y hace de los Iluminati una sociedad secreta que practica la magia, el sexo tántrico y la psicodelia en búsqueda de subvertir el orden y liberar la conciencia humana. Muy en el espíritu de la frase “Deberías de ver al mundo como una conspiración manejada por un grupo intrincadamente unido de personas casi omnipotentes, y deberías de pensar en esas personas como tú y tus amigos”. Una versión de los Iluminati, que a mí al menos me atrae más.
En una entrevista seminal para la historia de la especulación conspiracional, Robert Anton Wilson, reveló a Richard Metzger, cofundador de Disinfo, el secreto de los Iluminati:
Richard Metzger: Has estudiado a los Iluminati por años. ¿Has llegado a una conclusión sobre qué es lo que quieren?
Robert Anton Wilson: Usualmente cuando alguien me pregunta eso, los dejo en la incertidumbre con algún tipo de broma, pero no puedo pensar en nada original ahora. Así que, por una vez, te diré la verdad. Después de investigar a los Iluminati y a sus críticos por los últimos 30 años, creo que los Iluminati fueron una sociedad fugaz de librepensadores y reformistas democráticos que fundaron una sociedad secreta dentro de la francmasonería, usando a la francmasonería como fachada para destronar a los reyes y al Papa. Estoy feliz de que lograron destronar a los reyes, aunque me hubiera gustado que completaran su trabajo y se hubieran desecho de la familia real británica pero hicieron una buena labor en el continente. Igualmente me apena que no lograron deshacerse del Papa, pero creo que todavía se mantienen en su proyecto por lo que les deseo suerte.
La entrevista no tiene desperdicio. Robert Anton Wilson agrega:
La vieja broma dice. “Cuando cuatro hombres se sientan a planear algo en contra del gobierno tres son agentes del gobierno y el cuarto es un completo tonto”. Bueno esto está sucediendo cada vez más. La guerra contra las drogas es una excusa para incrementar la vigilancia…
No hay forma de ganar sino con un totalitarismo mucho mayor que el practicado por Hitler o Stalin o el imaginado por el más radical de los sátiros. Esa es lo única forma con la que pueden ganar… La gente que manda no intenta ganar. Sabe que no puede ganar; sólo quieren que la guerra siga corriendo porque eso hace dinero para todos…
Hice que Beethoven fuera un miembro de los Iluminati en mi novela, como parodia de la derecha cristiana acusando a los Beatles de ser agentes comunistas. Imagínate mi sorpresa cuando luego leí una biografía de Beethoven que decía que ¡había sido miembro de los Iluminati! Me empecé a preguntar si tenía poderes telepáticos o simplemente era un buen adivino.
Un poco de Conspiración 101:
Que los Iluminati hayan seguido existiendo por 250 años en la sombra, maquinando y manipulando, sin jamás salir a la superficie (salvo como una película de Angelina Jolie o algo así) resulta un tanto fantástico. En este sentido es relevante el libro que escribió Umberto Eco sobre la naturaleza fantasiosa de las conspiraciones relacionadas a las sociedades secretas, El Cementerio de Praga, libro que es una pieza más en el rompecabezas de la desinformación que representa la moderna teoría conspiratoria. En todo caso, siempre me ha parecido más plausible que de existir esta mítica sociedad secreta omniabarcante, utilice a los Iluminati y demás nombres popularmente conocidos como un señuelo —esto aún así resulta poco plausible (y sobre todo insondable)— y entonces estaríamos enfrente de un grupo no sólo camaleónico y de poder supremo, también capaz de reírse de sí mismo y del mundo (lo cual en mi libro les otorga miles de puntos más a favor).
El Último Secreto de los Iluminati
Decía anteriormente que los Iluminati (o al menos su versión contemporánea) mejor debían de entenderse en un conexto de ciencia ficción (de ficción detectivesca como bien explotó Dan Brown.. o de farsa psicodélica). El gran referente y la figura insoslayable que debe de consultarse para entender la teoría conspiratoria moderna es el escritor Robert Anton Wilson, autor justamente del clásico Iluminatus! junto con Robert Shea. En esta novela, una de las mejores de la segunda parte del siglo XX, al menos en cuanto a disolver la barrera entre la realidad y la ficción y mostrar al mundo como un gran juego cósmico se refiere, Wilson traspone los papeles comúnmente establecidos y hace de los Iluminati una sociedad secreta que practica la magia, el sexo tántrico y la psicodelia en búsqueda de subvertir el orden y liberar la conciencia humana. Muy en el espíritu de la frase “Deberías de ver al mundo como una conspiración manejada por un grupo intrincadamente unido de personas casi omnipotentes, y deberías de pensar en esas personas como tú y tus amigos”. Una versión de los Iluminati, que a mí al menos me atrae más.
En una entrevista seminal para la historia de la especulación conspiracional, Robert Anton Wilson, reveló a Richard Metzger, cofundador de Disinfo, el secreto de los Iluminati:
Richard Metzger: Has estudiado a los Iluminati por años. ¿Has llegado a una conclusión sobre qué es lo que quieren?
Robert Anton Wilson: Usualmente cuando alguien me pregunta eso, los dejo en la incertidumbre con algún tipo de broma, pero no puedo pensar en nada original ahora. Así que, por una vez, te diré la verdad. Después de investigar a los Iluminati y a sus críticos por los últimos 30 años, creo que los Iluminati fueron una sociedad fugaz de librepensadores y reformistas democráticos que fundaron una sociedad secreta dentro de la francmasonería, usando a la francmasonería como fachada para destronar a los reyes y al Papa. Estoy feliz de que lograron destronar a los reyes, aunque me hubiera gustado que completaran su trabajo y se hubieran desecho de la familia real británica pero hicieron una buena labor en el continente. Igualmente me apena que no lograron deshacerse del Papa, pero creo que todavía se mantienen en su proyecto por lo que les deseo suerte.
La entrevista no tiene desperdicio. Robert Anton Wilson agrega:
La vieja broma dice. “Cuando cuatro hombres se sientan a planear algo en contra del gobierno tres son agentes del gobierno y el cuarto es un completo tonto”. Bueno esto está sucediendo cada vez más. La guerra contra las drogas es una excusa para incrementar la vigilancia…
No hay forma de ganar sino con un totalitarismo mucho mayor que el practicado por Hitler o Stalin o el imaginado por el más radical de los sátiros. Esa es lo única forma con la que pueden ganar… La gente que manda no intenta ganar. Sabe que no puede ganar; sólo quieren que la guerra siga corriendo porque eso hace dinero para todos…
Hice que Beethoven fuera un miembro de los Iluminati en mi novela, como parodia de la derecha cristiana acusando a los Beatles de ser agentes comunistas. Imagínate mi sorpresa cuando luego leí una biografía de Beethoven que decía que ¡había sido miembro de los Iluminati! Me empecé a preguntar si tenía poderes telepáticos o simplemente era un buen adivino.
Un poco de Conspiración 101:
Lo principal que cualquier persona que tiene una educación decente debería saber es cómo evaluar entre fuentes de información. Si te digo: “La gente que vive en el apartamento vecino todos tienen rayas de cebra y vuelan 1 metro sobre el piso”, ¿cómo vas a evaluar eso? Una forma es: ¿te suena plausible? Otra forma es: ¿qué tan honesto te parezco? Y existen muchas más. Pero muchas personas no tienen estándares de evaluación para juzgar entre algo que es plausible, algo que es totalmente imposible, algo que es posible, pero no probable o algo que es probable pero no ha sido probado… No puedes enseñarle a los niños cómo pensar por sí mismos. Está en contra de la ley. Así que nadie tiene estándares para juzgar si los marcianos están en la Casa Blanca o si General Motor es dueño del presidente o si hay fetos extraterrestres en Fort Bragg… Así que juzgan según con quien hablaron por última vez. “¡Oh eso debe ser verdad, lo escuché hace 5 minutos!”
Y complementando esta clase de primer nivel de lo que podríamos llamar “Cómo hacer las paces con la conspiración y vivir tranquilamente”. Una idea de Peter Lamborn Wilson, la cual me gusta citar cuando uno zozobra entre extremos falsamente irreconciliables:
El problema con la teoría de la conspiración es creer que existe un grupo particular de seres humanos que están en control de mi destino. Ese es un extremo filosófico al cual no quiero llegar. Por otra parte, es obvio que las personas sí conspiran. Existen conspiraciones, fuerzas secretas detrás de los espectáculos externos de poder político. Está claro que no existe ningún político en Estados Unidos que tenga poder verdadero. Están simplemente trabajando para las grandes corporaciones e intereses económicos como el petróleo o el mercado global en sí mismo. El mejor modelo es que existen muchas, al menos varias conspiraciones que se entrelazan, que compiten, se funden y se separan entre sí. Si queremos saber qué está pasando, si quieres entender la historia como está sucediendo, deberías saber algo de estas conspiraciones. De nuevo, la conciencia crítica es aquí útil .
Nosotros somos los Iluminati
Todas las historias son verdad, cada una de ellas. Todos los mitos, todas las leyendas, todas las fábulas. Si crees que son verdad, son verdad. Si no crees que son verdad, entonces lo único que puede decirse es que son verdad para alguien más.
-Dave Sim, Cerebus
Entonces, ¿existen o no los Iluminati? Dentro de las fábulas modernas catalizadas por la propagación masiva de información, la de los Iluminati es una de las más fascinantes. Una buena idea nunca muere, siempre puede transformarse —”eso es lo que los mitos hacen, suceden todo el tiempo”.
Inspirado por Robert Anton Wilson, el periodista Richard Metzger (actualmente editor del sitio Dangerous Minds) enunció en la conferencia anual de Disinfo que era el momento de “dejar de quejarse de los medios y convertirse en los medios”. Una visión rutilante: “Señoras y Señores, he visto a los Iluminati, y somos nosotros”.
Y complementando esta clase de primer nivel de lo que podríamos llamar “Cómo hacer las paces con la conspiración y vivir tranquilamente”. Una idea de Peter Lamborn Wilson, la cual me gusta citar cuando uno zozobra entre extremos falsamente irreconciliables:
El problema con la teoría de la conspiración es creer que existe un grupo particular de seres humanos que están en control de mi destino. Ese es un extremo filosófico al cual no quiero llegar. Por otra parte, es obvio que las personas sí conspiran. Existen conspiraciones, fuerzas secretas detrás de los espectáculos externos de poder político. Está claro que no existe ningún político en Estados Unidos que tenga poder verdadero. Están simplemente trabajando para las grandes corporaciones e intereses económicos como el petróleo o el mercado global en sí mismo. El mejor modelo es que existen muchas, al menos varias conspiraciones que se entrelazan, que compiten, se funden y se separan entre sí. Si queremos saber qué está pasando, si quieres entender la historia como está sucediendo, deberías saber algo de estas conspiraciones. De nuevo, la conciencia crítica es aquí útil .
Nosotros somos los Iluminati
Todas las historias son verdad, cada una de ellas. Todos los mitos, todas las leyendas, todas las fábulas. Si crees que son verdad, son verdad. Si no crees que son verdad, entonces lo único que puede decirse es que son verdad para alguien más.
-Dave Sim, Cerebus
Entonces, ¿existen o no los Iluminati? Dentro de las fábulas modernas catalizadas por la propagación masiva de información, la de los Iluminati es una de las más fascinantes. Una buena idea nunca muere, siempre puede transformarse —”eso es lo que los mitos hacen, suceden todo el tiempo”.
Inspirado por Robert Anton Wilson, el periodista Richard Metzger (actualmente editor del sitio Dangerous Minds) enunció en la conferencia anual de Disinfo que era el momento de “dejar de quejarse de los medios y convertirse en los medios”. Una visión rutilante: “Señoras y Señores, he visto a los Iluminati, y somos nosotros”.
Fuente: pijamasurf.com/
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