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Los pingüinos, la gran incógnita del cambio climático

Hace tan solo unos meses, en febrero de este año, informábamos de la muerte masiva de pingüinos cuando un gigantesco iceberg de casi 100 kilómetros bloqueó el acceso a sus zonas habituales de alimento.

 
Las condiciones de vida de una colonia entera, formada por más de 150.000 pingüinos de Adelaida (Pygoscelis adeliae), cambiaron radicalmente a raíz de que el gran iceberg B09B chocara con los hielos del glaciar Mertz, causando una altísima mortandad.

En aquel momento los investigadores albergaban pocas dudas de que esta tragedia medioambiental iba a dejar secuelas graves en un animal tan emblemático como es el pingüino de Adelaida que, junto al pingüino emperador, representan las dos únicas especies que habitan únicamente en la Antártida.

La población de pingüinos Adelaida está sufriendo cambios inquietantes y enigmáticos. La gran variabilidad del número de ejemplares dependiendo de la zona concreta mantiene a los expertos desconcertados ya que, mientras en algunas regiones polares las colonias están desapareciendo a un ritmo acelerado, en otras zonas se ha disparado.



Como ejemplo de esta desigual distribución de la especie, y solo en este año 2016, hemos encontrado investigaciones que encuentran sobrepoblaciones de pingüinos donde su número se ha multiplicado exageradamente, y noticias de descensos de población hasta la mitad.

Esta sorprendente irregularidad en las poblaciones de estas aves acuáticas no es un buen síntoma y la mayoría de los estudios sugieren un futuro muy incierto para la supervivencia de los pingüinos.

Esta incertidumbre se refleja en el último estudio publicado por la Revista Nature que, mediante su plataforma de Scientific Report, da cuenta de una investigación que reconstruye los últimos 30 años en colonias de pingüinos (desde el año 1981 hasta 2010).


Los investigadores han combinado trabajo a pie de campo e imágenes de gran resolución capturadas por satélite para analizar las tendencias de natalidad y mortandad durante un periodo que abarca casi tres décadas.



El trabajo vuelve a arrojar resultados muy diferentes en función de la zona que se trate, registrando drásticos descensos (de hasta un 80% de la población) en las regiones más al norte de la Antártida, mientras que otras colonias más al sur parecen más estables e incluso en crecimiento.

A pesar de estos cambiantes datos de población, y al igual que éste último publicado por Nature, la mayoría de estudios concluyen que la supervivencia de la especie podría estar en peligro para finales de este mismo siglo.

Para ello, el estudio incluye una proyección de las poblaciones y colonias registradas durante las próximas décadas, añadiendo dos de los elementos fundamentales para la supervivencia del pingüino de Adelaida: La temperatura superficial del mar y la cantidad de hielo marino. Estos dos factores determinan aspectos tan básicos como el alimento, (tanto en cantidad como en calidad) o las zonas disponibles para anidar y reproducirse.

Ante estas sombrías predicciones los investigadores dejan una puerta abierta a la esperanza puesto que consideran que, durante épocas pasadas los pingüinos se refugiaron en zonas antárticas como el Mar de Ross, y en el futuro podrían volver a utilizar estas regiones si el cambio climático termina por empujarles a ello.

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