La Nebulosa Boomerang, a unos 5.000 años luz de distancia de la Tierra en la constelación de Centaurus, es el objeto más frío conocido en el Universo, más frío incluso que el débil resplandor del Big Bang. Allí, la temperatura alcanza un grado Kelvin, -272 ºC -un grado por encima del cero absoluto-, algo inimaginable para nosotros, habitantes de un mundo cálido y acogedor como, por el momento y que se sepa, no hay otro igual en el Universo.
Las nebulosas planetarias, en contra de su nombre, son en realidad estrellas como nuestro Sol en las fases finales de su vida que se han desprendido de sus capas exteriores. Lo que queda en sus centros son estrellas enanas blancas, que emiten una intensa radiación ultravioleta que hace que el gas de la nebulosa brille y emita luz en colores brillantes.
La Boomerang es, en concreto, una nebulosa preplanetaria, lo que representa la etapa en la vida de una estrella inmediatamente anterior a la fase de nebulosa planetaria, cuando todavía no está lo suficientemente caliente como para emitir radiación ultravioleta suficiente para producir ese brillo característico.
Utilizando el conjunto ALMA en el desierto de Atacama (Chile), el telescopio milimétrico/submilimétrico más potente del mundo, los astrónomos han echado un nuevo vistazo a este intrigante objeto para aprender más sobre sus propiedades frías y determinar su verdadera forma, que ha resultado tener un aspecto extrañamente fantasmal.
Con telescopios terrestres, esta nebulosa parece asimétrica, como un boomerang, lo que le ha valido su nombre. Posteriores observaciones con el Telescopio Espacial Hubble revelaron una estructura parecida a la de una pajarita o reloj de arena. Los nuevos datos de ALMA, sin embargo, muestran que la imagen del Hubble es solo una parte de la historia, y que esas partes redondeadas pueden ser en realidad un truco de la luz en longitudes de onda visibles.
«Este objeto ultra frío es muy interesante y estamos aprendiendo mucho más acerca de su verdadera naturaleza con ALMA», afirma Raghvendra Sahai, investigador del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena, California, y autor principal de un artículo publicado en la revista Astrophysical Journal. «Lo que parecía un boomerang con los telescopios ópticos terrestres es en realidad una estructura mucho más amplia que se está expandiendo rápidamente en el espacio», explica. Un proceso en el que, además, se está enfriando.
Las nebulosas planetarias, en contra de su nombre, son en realidad estrellas como nuestro Sol en las fases finales de su vida que se han desprendido de sus capas exteriores. Lo que queda en sus centros son estrellas enanas blancas, que emiten una intensa radiación ultravioleta que hace que el gas de la nebulosa brille y emita luz en colores brillantes.
La Boomerang es, en concreto, una nebulosa preplanetaria, lo que representa la etapa en la vida de una estrella inmediatamente anterior a la fase de nebulosa planetaria, cuando todavía no está lo suficientemente caliente como para emitir radiación ultravioleta suficiente para producir ese brillo característico.
Utilizando el conjunto ALMA en el desierto de Atacama (Chile), el telescopio milimétrico/submilimétrico más potente del mundo, los astrónomos han echado un nuevo vistazo a este intrigante objeto para aprender más sobre sus propiedades frías y determinar su verdadera forma, que ha resultado tener un aspecto extrañamente fantasmal.
Con telescopios terrestres, esta nebulosa parece asimétrica, como un boomerang, lo que le ha valido su nombre. Posteriores observaciones con el Telescopio Espacial Hubble revelaron una estructura parecida a la de una pajarita o reloj de arena. Los nuevos datos de ALMA, sin embargo, muestran que la imagen del Hubble es solo una parte de la historia, y que esas partes redondeadas pueden ser en realidad un truco de la luz en longitudes de onda visibles.
«Este objeto ultra frío es muy interesante y estamos aprendiendo mucho más acerca de su verdadera naturaleza con ALMA», afirma Raghvendra Sahai, investigador del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena, California, y autor principal de un artículo publicado en la revista Astrophysical Journal. «Lo que parecía un boomerang con los telescopios ópticos terrestres es en realidad una estructura mucho más amplia que se está expandiendo rápidamente en el espacio», explica. Un proceso en el que, además, se está enfriando.
Cómo mueren las estrellas
La resolución sin precedentes de ALMA permitió a los investigadores observar la auténtica forma de la nebulosa. Los astrónomos fueron capaces de detectar la estructura de pajarita que se ve en la imagen del Hubble, pero solo en las regiones internas de la nebulosa. Más lejos, observaron una nube más alargada de gas frío. Además, descubrieron un carril denso de partículas de polvo de tamaño milimétrico que rodea la estrella, lo que explica por qué esta nube externa tiene una forma de reloj de arena en la luz visible.
«Esto es importante para la comprensión de cómo las estrellas mueren y se convierten en nebulosas planetarias», dice Sahai . «Utilizando ALMA seremos capaces de arrojar nueva luz sobre la agonía de una estrella similar al Sol». La nueva investigación también indicó que los bordes exteriores de la nebulosa están empezando a calentarse, a pesar de ser todavía un poco más fríos que el fondo cósmico de microondas.
Fuente: abc.es
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