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El hombre de Piltdown: cien años de un misterio sin resolver

Un grupo de investigadores británicos intenta esclarecer con la tecnología más puntera quién y por qué cometió uno de los mayores engaños del mundo de la Ciencia.

El hombre de Piltdown, cien años de un misterio sin resolver
Científicos examinan un cráneo parecido
al de un humano en el cuadro de John Cooke
«Discusión sobre el cráneo de Piltdown»
El diciembre de 1912, Arthur Smith Woodward, paleontólogo del Museo Británico, y Charles Dawson, arqueólogo aficionado, anunciaban al mundo el descubrimiento delhombre de Piltdown, un nuevo e impresionante homínido que podía pasar por el eslabón perdido. El especimen, recuperado de una gravera, tenía una bóveda craneal con rasgos inequívocamente humanos y una mandíbula de aspecto simiesco. No podía ser más atractivo e interesante. La mayoría de los científicos de la época aceptó la identidad de los restos, que durante cuarenta largos años recibieron el nombre científico de «Eoanthropus dawsoni» y fue considerado un antepasado humano. No fue hasta 1953 que un grupo de investigadores del Museo Británico reveló que los fósiles eran una falsificación. Sin embargo, muchas preguntas quedaron sin responder y siguen en el aire cien años después. ¿Quién fue el principal responsable del fraude? ¿Por qué lo cometió? ¿Fue impulsado por una ambición científica, una broma pesada o por motivos de venganza? Un grupo de quince investigadores del Museo de Historia Natural de Londres y de diferentes universidades británicas están decididos a esclarecer el misterio con la ayuda de la tecnología más puntera.

La historia del hombre de Piltdown, «además de ser tan atractiva como una novela policíaca, supone una advertencia a los científicos para que mantengan en guardia su espíritu crítico y es un ejemplo del triunfo (aunque sea al final) del método científico», explica a la revista Nature Chris Stringer, antropólogo del Museo de Historia Natural y uno de los investigadores que intentan esclarecer el caso. Lo cierto es que el montaje no podía ser más básico. La bóveda craneal humana no tenía más de 50.000 años y la mandíbula de orangután que le habían encajado estaba teñida para parecer primitiva y con los colores adecuados.

Además, Woodward y Dawson habían desenterrado también herramientas primitivas de piedra y fragmentos de fósiles de mamíferos, entre ellos un hipopótamo y lo que parece un elefante, todos manchados de marrón oscuro. Los paleontólogos aseguraron que todo esto demostraba que el Eoanthropus era potencialmente tan antiguo como el hombre de Java, que ahora se sabe tiene aproximadamente un millón de años.

Las excavaciones dirigidas por la pareja durante los siguientes dos años recuperaron más artefactos y fauna en el yacimiento de Piltdown, incluyendo un diente canino. Incluso fue desenterrado un trozo de hueso de elefante, que, por su forma, llegó a ser conocido como el «bate de cricket». Pero los trabajos se vieron interrumpidos por el estallido de la Primera Guerra Mundial y el deterioro de la salud de Dawson. Antes de que muriera en 1916, escribió a Woodward diciendo que había encontrado más restos de fauna y del Eoanthropus en un segundo yacimiento, a pocos kilómetros del original.

El hombre de Piltdown, cien años de un misterio sin resolver
Dawson, con el
famoso cráneo
Los sospechosos
La mayoría de expertos cree que el fraude fue cometido por el propio Dawson, aunque al menos otras doce personas también fueron acusadas. Entre los sospechosos, Smith Woodward, coautor del hallazgo; Martin Hinton, subordinado de Woodward, y el jesuitaPierre Teilhard de Chardin, quien descubrió un diente en Piltdown.

Ahora, Stringer y sus colegas han comenzado a examinar los restos a nivel microscópico. Usando técnicas como la datación por radiocarbono y estudios de ADN e isótopos, esperan poder precisar las identidades taxonómicas y los orígenes geográficos de los especímenes. También utilizan espectroscopia para analizar los dientes y huesos. «Si los materiales recogidos de los dos sitios coinciden, el culpable fue probablemente Dawson, ya que fue el único "descubridor" del segundo sitio», explica Stringer.

«Si el canino resulta que tiene un origen diferente (y que fue teñido de forma distinta), su descubridor, Teilhard de Chardin, pudo haber estado involucrado en la estafa», añade. Además, cree que sus trabajos podrían fortalecer o refutar otro escenario propuesto recientemente que implica al zoólogo Martin Hinton. En la época de los descubrimientos de Piltdown, Hinton fue voluntario en el departamento de Woodward en el museo. Más de una docena de dientes y huesos teñidos fueron encontrados entre sus pertenencias.

Fuente: ABC.es

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