En realidad son dos regiones alrededor de la Tierra, que tienen forma de dona y acumulan una gran cantidad de cargas eléctricas (protones y electrones), muchas de ellas partículas provenientes del Sol y de los rayos cósmicos. Ese ‘océano’ de partículas está atrapado entre el campo magnético (magnetosfera) de nuestro planeta, que las mantiene confinadas en una capa interior (entre 700 y 10.000 kilómetros) y otra exterior (entre 14.000 y 30.000 kilómetros).
Su descubrimiento fue una gran sorpresa para los científicos, en cabeza de una de las personas más visionarias en la historia de la exploración espacial, el físico James van Allen. Para finales de 1957, los soviéticos habían puesto ya el primer satélite artificial (Sputnik 1), y en Estados Unidos rápidamente se vieron obligados a responder, para lo cual Van Allen fue escogido como el encargado del primer satélite norteamericano, el Explorer 1 –puesto en órbita el 31 de enero de 1958–.
Van Allen decide aprovechar el lanzamiento para colocar un medidor de radiación a bordo del satélite que, mientras se alejaba de la superficie a cerca de 300 kilómetros, pudiera registrar alguna variación en la radiación en la atmósfera respecto a la medida en la superficie, debida al efecto de la atmósfera sobre los rayos cósmicos. Misiones posteriores (Explorer III y Pioneer III) confirmaron que hay dos bandas de radiación, denominadas cinturones de Van Allen en honor de su descubridor.
El paso por tales regiones es muy rápido –media hora para el cinturón interior, el más intenso–, y la radiación absorbida es baja, pero si nos quedáramos metidos dentro de estos cinturones, los efectos podrían ser letales, incluso para los componentes electrónicos de las naves espaciales.
El descubrimiento fue sin duda una momento crucial para la exploración cósmica, en la cual los objetivos científicos destacaron frente a la mera competencia por el poder nacionalista entre las dos grandes potencias. Después de las derrotas iniciales en la carrera espacial, los norteamericanos comenzaban a liderar los temas científicos, y se empezó a concretar la creación de un centro nacional para el desarrollo de las actividades no militares en el espacio. A mediados de 1958 se fundó la Nasa.
Fuente: El tiempo
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