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Papas que fueron encarcelados, desterrados o asesinados.

Para fortuna de todos los creyentes, la silla de Pedro, símbolo de poder religioso y trono del Papa, disfruta de paz y respeto. 

La divinidad entra en forma de luz en la Basílica de San Pedro, bañando a todos con bendiciones y alegrías, pero no siempre fue así. En el pasado, el santuario máximo de los católicos fue manchado de sangre debido a traiciones, violaciones e incluso asesinatos. Dichos actos fueron provocados por la pérdida de la conciencia del hombre en su búsqueda por el poder.

Después de la crucifixión de Jesús, en el segundo cuarto del siglo I, su apóstol Pedro fue el encargado de difundir la palabra de su maestro por todo el mundo. Después de divulgar sus ideas durante treinta años, viajó a Roma en el año 64. Ahí el emperador Nerón culpó a los cristianos del gran incendio de Roma y mandó a martirizar a la primera persona que encomendó Cristo para continuar con su legado religioso.


San Pedro, el primer Papa de la historia del hombre, fue torturado, al igual que otros muchos cristianos. Fue crucificado cabeza abajo por petición propia, porque consideraba indigno morir de la misma manera que lo hizo Cristo. La crucifixión tuvo lugar cerca del obelisco egipcio que había en un extremo del Circo de Nerón. En honor a su muerte se construyó la catedral más importante para la Iglesia católica, en la cual habitan los Papas.

La salvaje muerte de San Pedro es la primera muestra de los horrores que sufrieron algunos mensajeros directos de Dios sobre la tierra. Mucho perecieron en manos de sus mismos creyentes, quienes por algún motivo, se enfurecieron contra el líder de la Iglesia. Otros fueron asesinados por algún mortal demente por el poder. Aunque sea difícil creerlo, algunos pagaron con su vida las injurias que cometieron en vida, porque ellos también pecaron y de maneras salvajes.

Sabiniano (604-606)


Este Papa provocó la ira de su pueblo al negarles la comida y otros insumos diarios, pero lo que más rabia causó fue la orden que dio para quemar textos sagrados de su predecesor papal, Gregorio I, quien ya era venerado como un santo. Perdió la vida en medio de una insurrección general y sus funerales dieron lugar a toda clase de desórdenes.

Juan VIII (872-882)

Un pariente o súbdito cercano lo envenenó. La historia cuenta que como el veneno estaba surtiendo efecto de manera muy lenta, alguien apresuró su muerte con martillazos en la cabeza. Al igual que Sabiniano, este Papa no tenía muy contento a su pueblo, pues durante la invasión del sur de Italia por los sarracenos y la última disputa de los carolingios por la corona imperial, no se había comportado como debía.

Formoso (891-896)

Murió en medio de intensos dolores producidos por la acción de un veneno que le fue administrado por incomodar al Partido Espoletano, enemigo legítimo del Papa. Una vez más, la disputa por el poder superó cualquier grado eclesiástico.

Esteban VI (896-897)


Pagó con su vida el haberse prestado a los manejos de los espoletanos contra la memoria de Formoso y haber presidido el Concilio Cadavérico. A los pocos meses de este horrendo evento, el partido de los formosianos consiguió arrastrar al pueblo a una rebelión contra el indigno pontífice, quien fue depuesto, encerrado en prisión y finalmente, estrangulado.


León V (914-928)

Fue víctima de la ambición de Cristóbal, un clérigo que deseaba impetuosamente ocupar el trono papal. Lo metió a la cárcel, nombrándose a sí mismo Papa. León murió asesinado en prisión bajo órdenes del nuevo antiPapa.

Benedicto VI ( 937-974)

Había sido elegido por la Facción imperial y Benedicto tuvo que enfrentarse al resentimiento del pueblo romano. Los Crescencios encerraron al Papa en la fortaleza de Sant’Angelo, nombrando en su lugar al diácono Francón, quien tomó el nombre de Bonifacio VII y se encargó personalmente —según cuentan algunas crónicas— de estrangular a su rival.

Clemente II (1046-1047)


Fue envenenado por orden de Benedicto IX cuando regresaba de Alemania, donde había trazado el plan de organizar reformas con el apoyo de Enrique III. Su cadáver fue llevado a Bamberg, ciudad de la que había sido obispo antes de ser Papa y en cuya catedral fue enterrado.



Juan XIV (983-984)

Fue designado por el emperador Otón II como sucesor de Benedicto VII y se mantuvo en el solio mientras vivió el emperador. A su muerte, él y sus aliados robaron las riquezas imperiales y huyeron a Constantinopla. Con el apoyo de los Crescencios, Juan XIV fue capturado y encerrado en el castillo de Sant’Angelo en abril de 984. Murió envenenado dos meses después.

Alejandro VI (1492 – 1503)

Se dice que murió de malaria, aunque existen serias razones para pensar que fue víctima del arsénico que les fue administrado a él y a su hijo César durante un banquete en el palacio del cardenal Adriano de Corneto. Los enemigos de los Borgia dijeron que estos habían caído en su propia trampa, ya que por equivocación ingirieron el mortal veneno preparado para su anfitrión.

Con la muerte de León X (1513-1521) por envenenamiento, la lista de tragedias papales culminaron. Al llegar al siglo XVI, más de 35 Papas fueron asesinados, encarcelados o desterrados. Otras figuras religiosas que murieron fueron: Juan X (914-928), Esteban VIII (939-942), Benedicto VI (973-974), Silvestre II (999-1003), por mencionar algunos.

Las tragedias volvieron a suceder un par de ocasiones más en tiempos modernos. La primera tuvo lugar durante el viaje de Pablo VI por Asia y Oceanía en noviembre y diciembre de 1970. En la escala de Manila, en las Filipinas, se le acercó un demente que logró apuñalarlo por la espalda. Gracias a la intervención del secretario del pontífice, Pasquale Macchi, quien detuvo a tiempo el brazo del agresor impidiendo así que el arma se hundiera en el cuerpo de Pablo VI, la herida no fue mortal, aunque sí de cuidado.


El segundo intento para acabar con la vida de un Papa fue en 1981, cuando el servicio secreto búlgaro contrató al terrorista turco Mehmet Ali Agca para matar al Papa Juan Palo II. El mercenario disparó en plena plaza de San Pedro al vehículo abierto de la máxima santidad católica. El pontífice fue herido en la mano, brazo y abdomen. Pocos años más tarde, en diciembre de 1983, el Papa lo visitó a la cárcel de Rebibbia, conversó con él y le otorgó el perdón. Quizá la razón por la que la figura más sagrada sobre la Tierra es agredida es porque los hombres, en su necesidad de tener más poder, pierden todo respeto hacia lo sagrado.

Lo que está claro es que, sin importar el lugar geográfico donde habite el hombre, siempre existirá un ser superior que ordene la vida; si aún tienes duda de esto, puedes leer el siguiente artículo, en el que se conoce el rostro de Dios alrededor del mundo. 

Papas que fueron asesinados


Durante los primeros siglos de la era cristiana, fueron varios los papas asesinados de las maneras más terribles. El primero de ellos fue nada menos que San Pedro, el apóstol a quien Jesús en persona encomendó la creación de la iglesia.

Según cuenta la tradición cristiana, San Pedro fue crucificado por órdenes expresas del emperador Nerón Augusto César. Como el apóstol se consideraba indigno de ser crucificado tal y como se crucificó a Jesús, su última petición fue ser crucificado boca abajo.

A finales del siglo I de nuestra era, el papa Clemente I fue apresado por el emperador Trajano y llevado a la cárcel, en donde habría conformado una comunidad cristiana junto a otros prisioneros. Como castigo, fue atado a un ancla y arrojado al mar.

Otro de los papas asesinados terriblemente fue Esteban I, que por orden del emperador Valeriano, otrora aliado de los cristianos, fue decapitado en frente a los feligreses, mientras celebraba la misa desde su trono.

Fuente: 
culturacolectiva - Tuhistory

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