Los cambios en la actividad solar han contribuido en no más del 10 por ciento en el calentamiento global durante el siglo XX. Esta conclusión se basa en un estudio, realizado por el profesor Terry Sloan, de la Universidad de Lancaster, y el profesor Sir Arnold Wolfendale, de la Universidad de Durham, que mantiene que ni los cambios en la actividad del Sol, ni su impacto en el bloqueo de los rayos cósmicos, pueden ser un importante contribuyente al calentamiento mundial. Los resultados del estudio se han publicado en la revista Environmental Research Letters de IOP Publishing .
Los cambios en la cantidad de la energía del Sol que llega a la Tierra se habían propuesto con anterioridad como un factor del aumento de la temperatura global, al igual que la capacidad del Sol debloquear los rayos cósmicos. Se ha mantenido que los rayos cósmicos podían tener un papel sustantivo en el enfriamiento de la Tierra mediante el fomento de la formación de nubes, que posteriormente reflejan los rayos del sol hacia el espacio. De acuerdo con esta teoría, en períodos de alta actividad el Sol bloquea algunos de los rayos cósmicos que entrarían en la atmósfera de la Tierra, de modo que se forman menos nubes y las temperaturas de la superficie de la Tierra ascienden.
En un intento de cuantificar el efecto que la actividad solar, ya sea directamente o a través de los rayos cósmicos, puede haber tenido sobre las temperaturas mundiales en el siglo XX, Sloan y Wolfendale compararon los datos sobre la tasa de rayos cósmicos que entran en la atmósfera -que puede ser utilizada como un indicador de la actividad solar- con el registro de las temperaturas globales remontándose hasta 1955. Los investigadores encontraron una pequeña correlación entre los rayos cósmicos y las temperaturas globales que se produce cada 22 años. Sin embargo, el cambio de la tasa de rayos cósmicos ocurrió entre uno y dos años después del cambio de temperaturas, lo que sugiere que la causa no puede deberse a los rayos cósmicos y la formación de nubes, pero sí puede ser debida a los efectos directos del sol.
Los cambios en la cantidad de la energía del Sol que llega a la Tierra se habían propuesto con anterioridad como un factor del aumento de la temperatura global, al igual que la capacidad del Sol debloquear los rayos cósmicos. Se ha mantenido que los rayos cósmicos podían tener un papel sustantivo en el enfriamiento de la Tierra mediante el fomento de la formación de nubes, que posteriormente reflejan los rayos del sol hacia el espacio. De acuerdo con esta teoría, en períodos de alta actividad el Sol bloquea algunos de los rayos cósmicos que entrarían en la atmósfera de la Tierra, de modo que se forman menos nubes y las temperaturas de la superficie de la Tierra ascienden.
En un intento de cuantificar el efecto que la actividad solar, ya sea directamente o a través de los rayos cósmicos, puede haber tenido sobre las temperaturas mundiales en el siglo XX, Sloan y Wolfendale compararon los datos sobre la tasa de rayos cósmicos que entran en la atmósfera -que puede ser utilizada como un indicador de la actividad solar- con el registro de las temperaturas globales remontándose hasta 1955. Los investigadores encontraron una pequeña correlación entre los rayos cósmicos y las temperaturas globales que se produce cada 22 años. Sin embargo, el cambio de la tasa de rayos cósmicos ocurrió entre uno y dos años después del cambio de temperaturas, lo que sugiere que la causa no puede deberse a los rayos cósmicos y la formación de nubes, pero sí puede ser debida a los efectos directos del sol.
Comparando las pequeñas oscilaciones en la frecuencia de rayos cósmicos, utilizando los datos de dos monitores de neutrones, y la temperatura con las tendencias generales desde 1955, Sloan y Wolfendale encontraron que menos del 14 por ciento del calentamiento global investigado durante este período podría ser atribuible a la actividad solar. Además, los investigadores revisaron sus estudios previos y repasaron la literatura anterior para encontrar otras evidencias de un vínculo entre la actividad solar y el aumento de las temperaturas globales existentes. Sus resultados indican que, en general, la contribución del cambio de la actividad solar, ya sea directamente o por medio de los rayos cósmicos, era aún menor, por lo que no ha incidido en más del 10 por ciento del calentamiento global en el siglo XX.
Los investigadores también han llegado a la conclusión de que la llamada evidencia paleontológica sobre esta relación, derivada del estudio de isótopos de carbono y oxígeno, era "débil y confusa", y que un estudio más reciente que vinculaba los rayos cósmicos con la cobertura de nubes de bajo nivel fue defectuoso porque la correlación sólo ocurrió en algunas regiones en lugar de en todo el planeta.
Sloan y Wolfendale también han analizado los resultados delexperimento NUBE en el CERN, con el que los investigadores están buscando la manera en la que los rayos cósmicos pueden ionizar, o cargar, los aerosoles en la atmósfera, lo que puede influir en cómo se forman las nubes. Incluso han examinado los casos en que los acontecimientos del mundo real producen ionizaciones a gran gran escala en la atmósfera. Cabría esperar que eventos como el desastre nuclear de Chernobyl o las pruebas de armas nuclearesafectaran a la producción de aerosoles en la atmósfera, pero estos efectos no han podido ser encontrados.
El profesor Sloan ha comentado que “esta publicación revisa todo nuestro trabajo para tratar de encontrar una conexión entre los rayos cósmicos y la formación de nubes con los cambios en la temperatura global. Llegamos a la conclusión de que el nivel de la contribución del cambio en la actividad solar es menor a un 10 por ciento del calentamiento global observado en el siglo XX”
Fuente: abc.es
Los investigadores también han llegado a la conclusión de que la llamada evidencia paleontológica sobre esta relación, derivada del estudio de isótopos de carbono y oxígeno, era "débil y confusa", y que un estudio más reciente que vinculaba los rayos cósmicos con la cobertura de nubes de bajo nivel fue defectuoso porque la correlación sólo ocurrió en algunas regiones en lugar de en todo el planeta.
Sloan y Wolfendale también han analizado los resultados delexperimento NUBE en el CERN, con el que los investigadores están buscando la manera en la que los rayos cósmicos pueden ionizar, o cargar, los aerosoles en la atmósfera, lo que puede influir en cómo se forman las nubes. Incluso han examinado los casos en que los acontecimientos del mundo real producen ionizaciones a gran gran escala en la atmósfera. Cabría esperar que eventos como el desastre nuclear de Chernobyl o las pruebas de armas nuclearesafectaran a la producción de aerosoles en la atmósfera, pero estos efectos no han podido ser encontrados.
El profesor Sloan ha comentado que “esta publicación revisa todo nuestro trabajo para tratar de encontrar una conexión entre los rayos cósmicos y la formación de nubes con los cambios en la temperatura global. Llegamos a la conclusión de que el nivel de la contribución del cambio en la actividad solar es menor a un 10 por ciento del calentamiento global observado en el siglo XX”
Fuente: abc.es
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