Las armas de cobre halladas en el sepulcro apuntan al origen noble de la persona enterrada en el lugar.
Una sepultura de 6.000 años de antigüedad con diversos objetos de valor fue descubierta por especialistas durante un estudio arqueológico previo a la construcción de una autopista cerca de Rostov del Don (suroeste de Rusia), informa en su sitio web Avtodor, la compañía a cargo de las obras.
Se trata de los restos humanos más antiguos encontrados hasta la fecha cerca del río Don. Los arqueólogos los han datado en el cuarto milenio antes de Cristo.
"¡Mil años más antigua que las primeras pirámides de Egipto!", reza el comunicado difundido por la empresa, que califica el sepulcro de "un hallazgo único" que constituye "una verdadera sensación para la ciencia".

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Los restos óseos se hallaban dentro de una cámara construida con piedra que formaba parte de una catacumba subterránea. En el lugar se descubrieron, asimismo, vasijas destinadas a proveer de alimento al difunto para su tránsito al otro mundo, así como bridas de equitación, un objeto que tenía un gran valor simbólico para los pueblos nómadas.
Además, se encontraron también unas armas hechas de cobre, que son un indicio del alto estatus social de la persona enterrada allí.
Los insectos en esta época del año buscan los azúcares de la comida humana, debido a que su fuente normal de alimento se ha secado.

Algunas localidades del Reino Unido se han visto afectadas por el extraño fenómeno de las "avispas borrachas", las cuales han picado a numerosas personas.
Algunos expertos indicaron que esos insectos se han alimentado de fruta fermentada, ya que su fuente normal de alimento se ha secado. Afirman que hay un rasgo genético en su corta vida que las obliga a buscar alcohol y frutas en descomposición en esta época del año.
Una banda 'apretada' alrededor de su abdomen les impide comer la dieta convencional de las moscas, por lo que se vuelven adictas al azúcar, indicó el diario The Mirror.
Para empeorar las cosas, las reinas de la colmena dejan de poner larvas, que producen una saliva de azúcar de la que dependen las avispas adultas. Como resultado, las avispas son impulsadas a un frenesí en pleno verano, que las hace salir en desesperados enjambres en busca de los azúcares de la comida humana.
La fruta en descomposición y los pequeños sorbos de sidra que de allí extraen tienen suficiente alcohol para emborrachar a las avispas, lo que provoca que se pongan agresivas.
Con hambre, las avispas harán cualquier cosa para comer sánduches de mermelada, fruta y cerveza, lo que se traduce en riesgo de picadura.
Es por eso que se recomienda hacer un uso adecuado de los desechos, especialmente alimentos con un alto contenido de azúcar, como la fruta.