En la actualidad los científicos las llaman «dunas cantoras», pero todos se refieren al mismo fenómeno: cuando los granos de arena descienden por las laderas de algunas dunas, producen un zumbido profundo que resuena a kilómetros de distancia. Sin embargo, sigue siendo un misterio cómo estas dunas producen la música que oímos. Quedan en el aire, además, otras desconcertantes preguntas: ¿por qué de distintas dunas emanan sonidos diferentes? ¿Cómo pueden algunas emitir más de una nota a la vez?
Un trío de biofísicos de París cree conocer la respuesta. No es necesariamente el movimiento de la arena lo que determina el tono de la nota, es el tamaño de los granos. En primer lugar, los científicos localizaron dos dunas cantoras, una en Marruecos y otra en Omán y se deslizaron por ellas para provocar avalanchas. Descubrieron que mientras la de Marruecos gemía de forma estable a 105 Hz, en sol sostenido, la de Omán emitía sonidos a una frecuencia de entre 90 y 150 Hz.
Con estos sonidos identificados, los científicos cargaron sus maletas con 50 kilos de arena marroquí y 100 kilos de arena omaní, que se llevaron de vuelta a su laboratorio de la Universidad Paris Diderot. «Si quieres hacer que cante, necesitas mucha arena», señaló el director del estudio Simon Dagois-Bohy.
Creando mini avalanchas
Un trío de biofísicos de París cree conocer la respuesta. No es necesariamente el movimiento de la arena lo que determina el tono de la nota, es el tamaño de los granos. En primer lugar, los científicos localizaron dos dunas cantoras, una en Marruecos y otra en Omán y se deslizaron por ellas para provocar avalanchas. Descubrieron que mientras la de Marruecos gemía de forma estable a 105 Hz, en sol sostenido, la de Omán emitía sonidos a una frecuencia de entre 90 y 150 Hz.
Con estos sonidos identificados, los científicos cargaron sus maletas con 50 kilos de arena marroquí y 100 kilos de arena omaní, que se llevaron de vuelta a su laboratorio de la Universidad Paris Diderot. «Si quieres hacer que cante, necesitas mucha arena», señaló el director del estudio Simon Dagois-Bohy.
Creando mini avalanchas
En el laboratorio el equipo recreó las avalanchas en miniatura, analizando la velocidad, profundidad y composición de las cascadas. Resultó que los granos de arena de Marruecos eran casi todos del mismo tamaño (160 micras), mientras que los ruidosos granos de Omán medían entre 150 y 300 micras.
Ver avalanchas
En cambio, cuando dispusieron granos de entre 200 y 250 micras, el sonido se estabilizó en un solo tono. «El tamaño de los granos determina el sonido», concluye Dagois-Bohy.Sin embargo, el misterio de cómo sucede esto exactamente y cómo se crea el sonido sigue sin resolverse, aunque los científicos franceses sospechan que, durante la avalancha, los granos de arena se deslizan juntos por la duna, chocando unos con otros y rodando entre ellos, creando una corriente constante de colisiones. Los granos más grandes se mueven más lentamente, al revés que los más pequeños.
Cada colisión sería por sí misma inaudible, pero si las juntas todas en las condiciones adecuadas (el equipo sigue trabajando para determinar cuáles son esas condiciones), conseguirás «el sonido de millones de pequeñas colisiones», afirma el coautor del estudio Stéphane Douady.
Fuente: national geographic
Ver avalanchas
En cambio, cuando dispusieron granos de entre 200 y 250 micras, el sonido se estabilizó en un solo tono. «El tamaño de los granos determina el sonido», concluye Dagois-Bohy.Sin embargo, el misterio de cómo sucede esto exactamente y cómo se crea el sonido sigue sin resolverse, aunque los científicos franceses sospechan que, durante la avalancha, los granos de arena se deslizan juntos por la duna, chocando unos con otros y rodando entre ellos, creando una corriente constante de colisiones. Los granos más grandes se mueven más lentamente, al revés que los más pequeños.
Cada colisión sería por sí misma inaudible, pero si las juntas todas en las condiciones adecuadas (el equipo sigue trabajando para determinar cuáles son esas condiciones), conseguirás «el sonido de millones de pequeñas colisiones», afirma el coautor del estudio Stéphane Douady.
Fuente: national geographic
No hay comentarios:
Publicar un comentario